Estudio Jeremías Capítulo 1 al 6

Jeremías Capítulo 1 al 6

Información Histórica y Contextual

El libro de Jeremías es uno de los libros proféticos del Antiguo Testamento, que recoge las palabras y las acciones de Jeremías, un profeta que vivió en el reino de Judá entre los siglos VII y VI a.C. El libro fue escrito por el mismo Jeremías, con la ayuda de su secretario Baruc, y contiene material que abarca desde el año 627 a.C. hasta el 586 a.C., cuando Jerusalén fue destruida por los babilonios. El libro tiene un carácter autobiográfico, histórico y teológico, y refleja la personalidad y la experiencia de Jeremías, así como el contexto político, social y religioso de su época.

El mensaje de Jeremías estaba dirigido principalmente al pueblo de Judá, que se había apartado de Dios y seguía los caminos de la idolatría, la injusticia y la infidelidad. Jeremías les anunció el juicio de Dios por sus pecados, y les advirtió de la inminente invasión y cautividad por parte de los babilonios, que eran el instrumento de la ira divina. Jeremías también se dirigió a las naciones vecinas, que habían sido enemigas de Judá, y les pronosticó su destrucción. Sin embargo, Jeremías no solo fue un mensajero de condenación, sino también de esperanza. Jeremías les prometió al pueblo de Judá que Dios no los abandonaría para siempre, sino que les restauraría y les haría un nuevo pacto, basado en el perdón y la obediencia.

El estado de la audiencia a la que se dirigía Jeremías era de rebeldía, incredulidad y desesperación. El pueblo de Judá había sufrido varias crisis políticas, sociales y religiosas, que habían debilitado su confianza en Dios y en su rey. El pueblo de Judá había sido testigo de la caída del reino de Israel, que había sido llevado al exilio por los asirios en el 722 a.C. El pueblo de Judá había sido sometido a la presión y la amenaza de las grandes potencias de la época, como Asiria, Egipto y Babilonia, que se disputaban el control de la región. El pueblo de Judá había sido víctima de la corrupción y la opresión de sus propios gobernantes, que habían hecho alianzas impías con las naciones paganas, y habían descuidado la justicia y la piedad. El pueblo de Judá había sido seducido por la idolatría y la apostasía, que habían contaminado su culto y su moral. El pueblo de Judá había sido indiferente y hostil al mensaje de Jeremías, que les llamaba al arrepentimiento y a la conversión.

La situación de Jeremías como profeta era de sufrimiento, soledad y fidelidad. Jeremías había sido llamado por Dios desde su niñez, y había recibido la misión de ser su portavoz ante el pueblo de Judá. Jeremías había obedecido a Dios, y había proclamado su palabra con valentía y sinceridad. Jeremías había padecido el rechazo y la persecución de sus compatriotas, que le habían insultado, golpeado, encarcelado y amenazado de muerte. Jeremías había renunciado a tener una familia y una vida normal, y había vivido en aislamiento y pobreza. Jeremías había llorado y lamentado por el destino de su pueblo, y había intercedido por él ante Dios. Jeremías había mantenido su confianza y su amor por Dios, y había cumplido su vocación hasta el final.

Análisis del Texto

Los capítulos 1 al 6 del libro de Jeremías forman parte de la primera sección del libro, que abarca desde el capítulo 1 al 25, y que se conoce como el “libro de las profecías”. Esta sección contiene una colección de oráculos, discursos, visiones y acciones simbólicas de Jeremías, que expresan el mensaje de Dios al pueblo de Judá y a las naciones. Los capítulos 1 al 6 se pueden dividir en cuatro partes:

La primera parte (capítulo 1) es el prólogo del libro, que narra el llamamiento y la comisión de Jeremías como profeta. En este capítulo se presenta la identidad y la autoridad de Jeremías, así como la naturaleza y el alcance de su ministerio. Se destaca la soberanía y la fidelidad de Dios, que elige, capacita y protege a Jeremías, y que le da su palabra para que la anuncie. Se anticipa el contenido y el tono del mensaje de Jeremías, que será de juicio y de esperanza, tanto para Judá como para las naciones. Algunas palabras clave de este capítulo son:
    • Conocer (v. 5): del hebreo yada, que significa tener una relación íntima, personal y profunda. Implica que Dios tenía un propósito y un plan para Jeremías desde antes de su nacimiento, y que le amaba y le cuidaba.
    • Santificar (v. 5): del hebreo qadash, que significa separar, consagrar o dedicar. Implica que Dios apartó a Jeremías para un servicio especial, y que le dio una misión sagrada y exclusiva.
    • Profeta (v. 5): del hebreo nabi, que significa portavoz, mensajero o intermediario. Implica que Jeremías era el representante de Dios ante el pueblo, y que transmitía su voluntad y su palabra con fidelidad y autoridad.
    • Boca (v. 9): del hebreo peh, que significa boca, habla o lenguaje. Implica que Dios le dio a Jeremías el don de la elocuencia, y que le inspiró y le reveló lo que debía decir.
    • Arrancar (v. 10): del hebreo nathash, que significa arrancar, quitar o destruir. Implica que Jeremías tenía el poder de anunciar el juicio de Dios sobre el pecado y la maldad, y de proclamar el fin de los reinos y las naciones que se oponían a Dios.
    • Edificar (v. 10): del hebreo banah, que significa edificar, construir o restaurar. Implica que Jeremías tenía el poder de anunciar la esperanza de Dios para el futuro, y de proclamar el inicio de un nuevo orden y una nueva relación con Dios.
La segunda parte (capítulos 2 al 3:5) es una serie de oráculos que denuncian la infidelidad de Judá hacia Dios, y que le exhortan al arrepentimiento. En estos capítulos se usa la metáfora del matrimonio para describir la relación entre Dios y su pueblo, y se muestra cómo Judá había roto el pacto que había hecho con Dios en el Sinaí, y cómo había cometido adulterio espiritual al seguir a otros dioses. Se contrasta el amor y la fidelidad de Dios, que había liberado y bendecido a Judá, con la ingratitud y la rebeldía de Judá, que había abandonado y olvidado a Dios. Se advierte a Judá de las consecuencias de su pecado, y se le invita a volver a Dios con un corazón sincero y humilde. Algunas palabras clave de estos capítulos son:
    • Esposa (2:2): del hebreo isha, que significa esposa, mujer o compañera. Implica que Judá era la pareja elegida y amada por Dios, y que tenía una relación íntima, exclusiva y permanente con él.
    • Fidelidad (2:2): del hebreo chesed, que significa fidelidad, lealtad o misericordia. Implica que Judá había mostrado una actitud de obediencia, confianza y devoción hacia Dios en el pasado, especialmente en el desierto, cuando dependía totalmente de él.
    • Idolatría (2:5): del hebreo hebel, que significa vanidad, vacío o falsedad. Implica que Judá había seguido a dioses falsos e inútiles, que no podían ayudarle ni satisfacerle, y que le habían alejado de Dios y de su verdad.
    • Fuente (2:13): del hebreo maqor, que significa fuente, manantial o origen. Implica que Dios era la fuente de la vida, la bendición y la salvación para Judá, y que le había dado todo lo que necesitaba para ser feliz y fiel.
    • Cisternas (2:13): del hebreo bor, que significa cisterna, pozo o depósito. Implica que Judá había construido para sí fuentes artificiales y rotas, que no podían retener el agua, y que le habían privado de la frescura y la abundancia de la fuente divina.
    • Arrepentimiento (3:12): del hebreo shub, que significa volver, regresar o cambiar. Implica que Judá tenía la oportunidad de restaurar su relación con Dios, si se apartaba de su pecado y se acercaba a él con un corazón sincero y humilde.
La tercera parte (capítulos 3:6 al 4:4) es una serie de oráculos que contrastan la actitud de Judá con la de Israel, y que le urgen a la reforma y a la renovación. En estos capítulos se usa la metáfora del divorcio para describir la relación entre Dios y su pueblo, y se muestra cómo Israel, el reino del norte, había sido infiel y había sido repudiado por Dios, y cómo Judá, el reino del sur, había seguido su mismo camino, pero tenía aún la posibilidad de reconciliarse con Dios. Se compara el amor y la paciencia de Dios, que había llamado y esperado a su pueblo, con la dureza y la obstinación de su pueblo, que había despreciado y rechazado su llamado. Se advierte a Judá de la urgencia de su situación, y se le insta a que se circuncide el corazón y se prepare para la venida de Dios. Algunas palabras clave de estos capítulos son:
    • Infidelidad (3:6): del hebreo ma’al, que significa infidelidad, traición o rebelión. Implica que Israel había violado el pacto que había hecho con Dios, y que había actuado con deslealtad y desobediencia.
    • Divorcio (3:8): del hebreo keritut, que significa divorcio, separación o repudio. Implica que Dios había dado por terminada su relación con Israel, y que le había entregado el certificado de divorcio, como una consecuencia de su infidelidad.
    • Arrepentimiento (3:10): del hebreo shub, que significa volver, regresar o cambiar. Implica que Judá había fingido un arrepentimiento superficial y falso, y que no había cambiado realmente su actitud ni su conducta.
    • Circuncidar (4:4): del hebreo mul, que significa circuncidar, cortar o podar. Implica que Judá debía quitar la impureza y la dureza de su corazón, y renovar su compromiso y su obediencia a Dios.
    • Preparar (4:3): del hebreo kun, que significa preparar, establecer o arreglar. Implica que Judá debía disponer su vida y su tierra para recibir la visita de Dios, y eliminar todo lo que le impedía o le ofendía.
La cuarta parte (capítulos 4:5 al 6:30) es una serie de oráculos que anuncian la invasión y la destrucción de Judá por parte de los babilonios, y que describen la angustia y el lamento de Jeremías. En estos capítulos se usa la metáfora de la guerra para describir el juicio de Dios sobre Judá, y se muestra cómo los babilonios, que eran un pueblo cruel y poderoso, eran el instrumento de la ira de Dios, y cómo iban a arrasar y a arruinar a Judá. Se revela la causa y la gravedad del pecado de Judá, que había provocado la ira y el dolor de Dios, y que había hecho inevitable su castigo. Se expresa la tristeza y la compasión de Jeremías, que veía venir la catástrofe, y que sufría por su pueblo. Algunas palabras clave de estos capítulos son:
    • Trompeta (4:5): del hebreo shofar, que significa trompeta, cuerno o bocina. Implica que Jeremías debía tocar la trompeta como una señal de alarma y de aviso, para que el pueblo se preparara para la guerra y para el juicio.
    • León (4:7): del hebreo ari, que significa león, fiera o valiente. Implica que los babilonios eran como un león que salía de su guarida, y que atacaba con fuerza y ferocidad a su presa.
    • Viento (4:11): del hebreo ruach, que significa aliento, viento o espíritu. Implica que los babilonios eran como un viento abrasador, que secaba y quemaba todo lo que encontraba a su paso.
    • Corazón (4:18): del hebreo leb, que significa corazón, mente o voluntad. Implica que el pecado de Judá estaba en su corazón, y que era el origen de su maldad y de su desgracia.
    • Lágrima (4:19): del hebreo dimah, que significa lágrima, llanto o lamento. Implica que Jeremías sentía un dolor profundo y una angustia insoportable por la situación de su pueblo, y que lloraba sin cesar por él.

Referencias Bíblicas

Los capítulos 1 al 6 del libro de Jeremías tienen varias referencias bíblicas que se relacionan con el tema de la vocación profética, el pacto de Dios con su pueblo, el juicio y la salvación de Dios, y la respuesta del pueblo a Dios. Algunas de estas referencias son:

  • Éxodo 3:10-12: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.”
  • Deuteronomio 7:6-8: “Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.”
  • Isaías 6:8-10: “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.”
  • Ezequiel 36:25-27: "Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne, que representan la resistencia y la obediencia a Dios, respectivamente.

Aspectos Teológicos

Algunos aspectos teológicos que se tocan en estos capítulos son:

·        La teología de la vocación: Es el estudio de la llamada y la misión de Dios para cada persona, y de la respuesta y la obediencia de cada persona a esa llamada y a esa misión. Implica reconocer que Dios tiene un propósito y un plan para cada persona, y que le da los dones y los recursos necesarios para cumplirlo. También implica entender que la vocación de cada persona es única y personal, y que implica una relación íntima y profunda con Dios. Asimismo, implica asumir que la vocación de cada persona es un servicio y un testimonio al mundo, y que implica una responsabilidad y una rendición de cuentas ante Dios. La teología de la vocación nos ayuda a descubrir y a desarrollar nuestro potencial y nuestra pasión, y a glorificar a Dios con nuestra vida y nuestra obra.

·        La teología del pacto: Es el estudio de la relación entre Dios y su pueblo, basada en un acuerdo o un compromiso mutuo, que implica bendiciones y obligaciones para ambas partes. Implica creer que Dios ha establecido un pacto con su pueblo, desde Abraham hasta Jesucristo, y que ha revelado su carácter y su voluntad a través de ese pacto. También implica aceptar que el pueblo de Dios ha sido llamado a guardar el pacto, obedeciendo sus mandamientos y confiando en sus promesas. Asimismo, implica comprender que el pacto de Dios es eterno y universal, y que incluye a todas las personas que creen en él. La teología del pacto nos ayuda a entender y a valorar nuestra identidad y nuestra pertenencia como pueblo de Dios, y a vivir en comunión y en compromiso con él y con los demás.

·        La teología del juicio: Es el estudio de la acción de Dios como Juez justo y santo, que evalúa y castiga el pecado y la maldad, y que recompensa y restaura la justicia y la bondad. Implica admitir que Dios tiene el derecho y el deber de juzgar a todas las personas y a todas las naciones, según su ley y su verdad. También implica reconocer que Dios ha manifestado su juicio a lo largo de la historia, y que lo manifestará plenamente al final de los tiempos. Asimismo, implica confiar en que Dios es misericordioso y fiel, y que ofrece salvación y perdón a los que se arrepienten y creen en él. La teología del juicio nos ayuda a tomar conciencia y a evitar el pecado y el mal, y a buscar y a practicar la justicia y el bien.

·        La teología de la salvación: Es el estudio de la obra de Dios como Salvador y Redentor de la humanidad, y de su oferta de perdón y vida eterna a los pecadores. Implica admitir que el hombre es incapaz de salvarse o justificarse por sí mismo, y que necesita la gracia y la misericordia de Dios. También implica aceptar que Dios ha provisto el único medio de salvación a través de la muerte y la resurrección de su Hijo Jesucristo, y que solo por la fe en él se puede recibir el perdón y la vida eterna. Asimismo, implica vivir con gratitud y obediencia a Dios, y con esperanza y gozo en su presencia. La teología de la salvación nos ayuda a experimentar y a compartir el amor y la paz de Dios, y a crecer y a madurar en la fe y en la santidad.

Enseñanzas y Lecciones Religiosas

Los capítulos 1 al 6 del libro de Jeremías nos enseñan varias lecciones religiosas y espirituales, que se pueden aplicar a nuestra vida cotidiana. Algunas de estas lecciones son:

  • La importancia de escuchar y obedecer la voz de Dios, que nos llama y nos envía a cumplir su voluntad. Dios tiene un plan y un propósito para cada uno de nosotros, y nos da los dones y los recursos necesarios para realizarlo. Debemos responder con humildad y confianza a su llamado, y proclamar su palabra con valentía y fidelidad, aun en medio de las dificultades y la oposición.
  • La necesidad de mantener una relación fiel y amorosa con Dios, que nos ha elegido y nos ha amado desde siempre. Dios ha establecido un pacto con nosotros, y nos ha revelado su carácter y su voluntad. Debemos guardar ese pacto, obedeciendo sus mandamientos y confiando en sus promesas. Debemos evitar la idolatría y la infidelidad, que nos alejan de Dios y de su bendición.
  • La conciencia de que Dios es justo y santo, y que juzga y castiga el pecado y la maldad. Dios tiene el derecho y el deber de juzgar a todas las personas y a todas las naciones, según su ley y su verdad. Debemos tomar conciencia y evitar el pecado y el mal, que provocan la ira y el dolor de Dios, y que hacen inevitable su castigo.
  • La esperanza de que Dios es misericordioso y fiel, y que ofrece salvación y perdón a los que se arrepienten y creen en él. Dios tiene un plan y una promesa para el futuro, y nos quiere restaurar y renovar. Debemos buscar y practicar la justicia y el bien, que agradan y glorifican a Dios, y que nos preparan para su venida.

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