Estudio Bíblico Éxodo del Capitulo 1 al 4
Estudio Bíblico Éxodo del Capitulo 1 al 4
Información Histórica y Contextual
El libro de Éxodo es el segundo libro del Antiguo Testamento y forma parte del Pentateuco, los cinco primeros libros atribuidos a Moisés. El nombre de Éxodo significa “salida” o “emancipación” y se refiere al acontecimiento central del libro: la liberación de los israelitas de la esclavitud en Egipto por medio de la intervención divina.
El autor del libro de Éxodo es Moisés, el líder y legislador de Israel, que vivió entre el siglo XV y el XIII a.C. Moisés escribió el libro bajo la inspiración del Espíritu Santo y con el propósito de narrar la historia de la formación del pueblo de Dios, su relación con Él y su misión en el mundo.
La audiencia a la que se dirigía el libro de Éxodo era el pueblo de Israel, especialmente las generaciones posteriores a la salida de Egipto, que debían recordar y celebrar la obra salvadora de Dios en su historia. El libro de Éxodo también tiene un valor universal, pues revela el carácter, la voluntad y el plan de Dios para toda la humanidad.
El contexto cultural y religioso en el que se desarrollaron los eventos del libro de Éxodo es el del antiguo Oriente Medio, donde predominaban las civilizaciones de Egipto y Mesopotamia. Estas civilizaciones eran politeístas, es decir, adoraban a muchos dioses, y practicaban la idolatría, la magia y la adivinación. Los egipcios, en particular, oprimían a los israelitas y los sometían a una dura servidumbre. Los israelitas, por su parte, eran el pueblo elegido por Dios, el único Dios verdadero, que les había prometido una tierra, una descendencia y una bendición. Sin embargo, los israelitas habían perdido la fe y la esperanza en las promesas de Dios y habían adoptado algunas de las costumbres y creencias de los egipcios.
Análisis del Texto
Los capítulos 1 al 4 del libro de Éxodo se pueden dividir en tres secciones principales:
- La opresión de los israelitas en Egipto (capítulo 1)
- El nacimiento y la vocación de Moisés (capítulos 2 y 3)
- La preparación de Moisés para la misión (capítulo 4)
En la primera sección, se narra cómo los israelitas se multiplicaron en Egipto, cumpliendo la promesa de Dios a Abraham (Génesis 15:5). Sin embargo, un nuevo faraón que no conocía a José (el hijo de Jacob que había salvado a Egipto del hambre) temió el crecimiento de los israelitas y los sometió a una cruel esclavitud. El faraón ordenó a las parteras hebreas que mataran a los niños varones que nacieran, pero ellas temieron a Dios y desobedecieron al faraón. Entonces, el faraón mandó a todo su pueblo que arrojaran al río a todo hijo varón que naciera de las hebreas. Estas medidas buscaban impedir que los israelitas se convirtieran en una amenaza para los egipcios y que se unieran a sus enemigos en caso de guerra.
En la segunda sección, se narra cómo Dios preservó la vida de Moisés, el futuro libertador de Israel. Moisés era hijo de una mujer de la tribu de Leví, que lo escondió durante tres meses y luego lo puso en una canasta de juncos en el río Nilo. La hija del faraón encontró al niño y lo adoptó como su hijo, llamándolo Moisés, que significa “sacado de las aguas”. Moisés creció en el palacio del faraón, pero no olvidó su origen hebreo. Un día, al ver que un egipcio maltrataba a un hebreo, lo mató y lo escondió en la arena. Al día siguiente, al ver que dos hebreos se peleaban, intentó reconciliarlos, pero uno de ellos lo rechazó y le reprochó el asesinato del egipcio. Moisés tuvo miedo y huyó de Egipto, pues el faraón quería matarlo. Moisés llegó a la tierra de Madián, donde ayudó a las hijas de un sacerdote llamado Jetro (o Reuel) a dar de beber a sus ovejas. Jetro le dio a Moisés por esposa a su hija Séfora, con la que tuvo un hijo llamado Gersón, que significa “forastero”. Moisés se quedó en Madián como pastor de las ovejas de Jetro.
En la tercera sección, se narra cómo Dios llamó a Moisés para que fuera su mensajero ante el faraón y el pueblo de Israel. Dios se le apareció a Moisés en una zarza que ardía en fuego pero no se consumía, en el monte Horeb, que es el mismo monte Sinaí. Dios le dijo a Moisés que había visto la aflicción de su pueblo en Egipto y que había oído su clamor. Dios le dijo que había descendido para liberarlos de la mano de los egipcios y para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, que mana leche y miel. Dios le dijo a Moisés que lo enviaba al faraón para que sacara a su pueblo de Egipto. Moisés se resistió al llamado de Dios y le planteó varias objeciones: ¿Quién soy yo para ir al faraón? ¿Qué diré si me preguntan tu nombre? ¿Qué haré si no me creen ni me escuchan? ¿Cómo hablaré si soy torpe de boca y de lengua? ¿No puedes enviar a otro? Dios respondió a cada una de las objeciones de Moisés con paciencia y poder. Dios le reveló a Moisés su nombre: YO SOY EL QUE SOY, que significa que Dios es el eterno, el inmutable, el fiel y el soberano. Dios le dio a Moisés señales para que demostrara su autoridad: la vara que se convertía en serpiente, la mano que se volvía leprosa y el agua que se convertía en sangre. Dios le prometió a Moisés que estaría con él y que le daría elocuencia para hablar. Dios le concedió a Moisés que su hermano Aarón fuera su portavoz. Dios le advirtió a Moisés que el faraón no dejaría ir al pueblo fácilmente, sino que endurecería su corazón, pero que al final lo obligaría con grandes juicios. Dios le ordenó a Moisés que regresara a Egipto, pues todos los que buscaban su muerte habían muerto. Dios le recordó a Moisés que debía circuncidar a su hijo, como señal del pacto con Abraham. Dios le dijo a Moisés que pidiera al faraón que dejara ir al pueblo para celebrar una fiesta en el desierto en honor a Dios, y que si no lo hacía, mataría al hijo primogénito del faraón.
Referencias Bíblicas
El libro de Éxodo tiene muchas conexiones con otros libros de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Algunas de las referencias bíblicas que se relacionan con los capítulos 1 al 4 del libro de Éxodo son las siguientes:
- La promesa de Dios a Abraham de multiplicar su descendencia se cumple en el crecimiento de los israelitas en Egipto (Génesis 12:2; 15:5; 22:17; 26:4; 28:14; 46:3; 48:4; Hechos 7:17).
- La opresión de los israelitas en Egipto se profetizó a Abraham como parte de la historia de su descendencia (Génesis 15:13-14; Hechos 7:6-7).
- La preservación de la vida de Moisés se asemeja a la de otros personajes bíblicos que fueron salvados de la muerte en su infancia, como Isaac (Génesis 22), Jacob (Génesis 27), José (Génesis 37), David (1 Samuel 19) y Jesús (Mateo 2).
Algunas de las palabras clave que se repiten en los capítulos 1 al 4 del libro de Éxodo son: pueblo, Egipto, faraón, Dios, Moisés, hijo, zarza, YO SOY, vara, señal, liberar, sacar, llevar, tierra, pacto, circuncidar, endurecer, hijo primogénito.
Algunas de las palabras que tienen un significado especial en el contexto original y en el actual son:
- Pueblo: En hebreo, el término es
עם
(am
), que significa una comunidad unida por lazos de parentesco, cultura, religión e historia. El pueblo de Israel es el pueblo de Dios, que lo ha elegido, redimido y santificado para ser su posesión especial y su representante en el mundo. El pueblo de Dios también incluye a los que se unen a él por la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios y el Mesías de Israel (Gálatas 3:29; 1 Pedro 2:9-10). - Egipto: En hebreo, el término es
מצרים
(Mitsrayim
), que significa “los estrechos” o “los límites”. Egipto representa el lugar de la opresión, la idolatría y la rebeldía contra Dios. Egipto también simboliza el mundo, el sistema de valores y poderes que se oponen al reino de Dios y a su pueblo. Dios llama a su pueblo a salir de Egipto, a renunciar a sus falsos dioses y a seguirlo a él (Éxodo 20:2-3; Apocalipsis 11:8). - Faraón: En hebreo, el término es
פרעה
(Par
oh`), que significa “el grande” o “el magnífico”. Faraón es el título del rey de Egipto, que se consideraba a sí mismo como un dios y el señor de la vida y la muerte. Faraón es el enemigo de Dios y de su pueblo, que se niega a reconocer su autoridad y a obedecer su voluntad. Faraón también representa al diablo, el príncipe de este mundo, que se opone a Dios y a su Hijo, y que trata de impedir la salvación de los que creen en él (Juan 12:31; 2 Corintios 4:4). - Dios: En hebreo, el término es
אלהים
(Elohim
), que significa “el fuerte” o “el poderoso”. Dios es el nombre genérico que se usa para referirse al Ser Supremo, el Creador y Sustentador de todo lo que existe. Dios es el único Dios verdadero, que se diferencia de los falsos dioses de las naciones. Dios es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de Israel, que ha establecido un pacto con su pueblo y que lo ha liberado de la esclavitud. Dios es el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha revelado su amor y su gracia en él (Juan 1:18; Efesios 1:3). - Moisés: En hebreo, el término es
משה
(Mosheh
), que significa “sacado” o “extraído”. Moisés es el nombre que le dio la hija del faraón al niño que encontró en el río, recordando cómo lo había sacado de las aguas. Moisés es el siervo de Dios, el profeta, el líder y el legislador de Israel, que lo sacó de Egipto y lo condujo al monte Sinaí, donde recibió la ley de Dios. Moisés es el mediador entre Dios y su pueblo, que intercedió por él y le transmitió su palabra. Moisés es el tipo de Jesucristo, el Hijo de Dios, el Profeta, el Rey y el Sumo Sacerdote de su pueblo, que lo sacó del pecado y de la muerte y lo condujo a la nueva alianza, donde recibió el Espíritu de Dios (Hebreos 3:1-6; 8:6-13; 9:15). - Hijo: En hebreo, el término es
בן
(ben
), que significa “descendiente” o “heredero”. El hijo representa la continuidad, la identidad y la pertenencia de una familia o de un pueblo. El hijo también representa la relación, la intimidad y el amor entre el padre y el hijo. El hijo de Dios es el pueblo de Israel, que Dios ha engendrado, adoptado y amado como su hijo primogénito (Éxodo 4:22-23; Oseas 11:1). El Hijo de Dios es Jesucristo, el Hijo unigénito del Padre, que es Dios mismo hecho hombre, que ha venido al mundo para salvar a su pueblo de sus pecados y para hacerlo partícipe de su filiación divina (Juan 3:16; 1 Juan 3:1-2). - Zarza: En hebreo, el término es
סנה
(seneh
), que significa “espinoso” o “ardiente”. La zarza es el arbusto que arde en fuego pero no se consume, donde Dios se le aparece a Moisés y le habla. La zarza representa la presencia de Dios, que es fuego consumidor, pero que no destruye a los que lo buscan con humildad y obediencia. La zarza también representa la condición de Israel, que sufre la opresión de Egipto, pero que no es aniquilado, sino que es preservado por el poder de Dios. La zarza también representa la persona de Jesucristo, que es Dios y hombre, que asume la naturaleza humana sin perder la divina, que sufre la pasión y la muerte, pero que resucita y vive para siempre (Hebreos 12:29; 2:14-18; 13:8). - YO SOY: En hebreo, el término es
אהיה
(ehyeh
), que significa “yo soy” o “yo seré”. YO SOY es el nombre que Dios le revela a Moisés cuando le pregunta por su nombre. YO SOY significa que Dios es el eterno, el inmutable, el fiel y el soberano, que existe por sí mismo y que da el ser a todo lo que existe. YO SOY también significa que Dios es el que cumple sus promesas y que actúa en la historia según su voluntad. YO SOY también significa que Dios es el que se identifica con su pueblo y que se hace presente en su vida. YO SOY es el nombre de Jesucristo, que es Dios hecho hombre, que es el mismo ayer, hoy y siempre, que es el cumplimiento de las profecías y el autor de la salvación, que es el que está con nosotros hasta el fin del mundo (Juan 8:58; Hebreos 13:8; Mateo 28:20). - Vara: En hebreo, el término es
מטה
(matteh
), que significa “vara” o “cayado”. La vara es el instrumento que Dios le da a Moisés para que demuestre su autoridad y su poder. La vara es la que se convierte en serpiente, la que golpea el agua y la convierte en sangre, la que abre el mar Rojo, la que hace brotar agua de la roca, la que levanta en la batalla contra Amalec. La vara representa la palabra de Dios, que es viva y eficaz, que crea y transforma, que libera y sostiene, que juzga y salva. La vara representa el evangelio de Jesucristo, que es el poder de Dios para salvación de todo el que cree, que es la espada del Espíritu, que es la proclamación del reino de Dios, que es la victoria sobre el pecado y la muerte (Hebreos 4:12; Romanos 1:16; Efesios 6:17; Marcos 1:15; 1 Corintios 15:54-57). - Señal: En hebreo, el término es
אות
(ot
), que significa “señal” o “milagro”. La señal es el prodigio que Dios realiza para confirmar su palabra y su poder. La señal es la que acredita a Moisés como el enviado de Dios ante el faraón y el pueblo de Israel. La señal es la que desafía a los falsos dioses de Egipto y muestra la superioridad de Dios. La señal es la que anticipa la liberación y la salvación de Dios. La señal es la que exige fe y obediencia a Dios. La señal es la que apunta a Jesucristo, que es el mayor signo de Dios, que es el cumplimiento de la ley y los profetas, que es el que hace milagros y maravillas, que es el que libera y salva a su pueblo, que es el que pide fe y obediencia a Dios (Juan 2:11; 20:30-31; Hechos 2:22; Mateo 5:17; 16:4).
Enseñanzas y Lecciones Religiosas
Los capítulos 1 al 4 del libro de Éxodo nos enseñan muchas lecciones religiosas y espirituales que se pueden aplicar a nuestra vida cristiana. Algunas de estas lecciones son las siguientes:
- Dios es el Señor de la historia, que actúa en favor de su pueblo y cumple sus promesas. Dios no se olvida de su pueblo, sino que lo ve, lo oye, lo conoce y lo libera. Dios tiene un plan para su pueblo, que es bueno, perfecto y agradable. Dios es fiel a su pacto, que es eterno e incondicional. Dios es el que llama, elige y envía a sus siervos para que cumplan su misión. Dios es el que capacita, acompaña y respalda a sus siervos con su presencia y su poder. Dios es el que revela su nombre, su carácter y su voluntad a sus siervos y a su pueblo. Dios es el que hace señales y maravillas para mostrar su gloria y su salvación. Dios es el que juzga y castiga a los que se oponen a él y a su pueblo. Dios es el que demanda fe y obediencia a su palabra y a su voluntad. Dios es el que nos invita a salir de Egipto, a renunciar al mundo y a seguirlo a él. Dios es el que nos lleva a la tierra prometida, a la herencia celestial y a la vida eterna.
- Nosotros somos el pueblo de Dios, que hemos sido elegidos, redimidos y santificados por él. Nosotros somos el pueblo de Dios, que hemos sido engendrados, adoptados y amados por él como sus hijos. Nosotros somos el pueblo de Dios, que hemos sido llamados, escogidos y enviados por él para ser sus testigos. Nosotros somos el pueblo de Dios, que hemos sido capacitados, acompañados y respaldados por él con su presencia y su poder. Nosotros somos el pueblo de Dios, que hemos recibido su nombre, su carácter y su voluntad. Nosotros somos el pueblo de Dios, que hemos visto sus señales y maravillas, que hemos experimentado su gloria y su salvación. Nosotros somos el pueblo de Dios, que hemos sido juzgados y perdonados por él, que hemos recibido su gracia y su misericordia. Nosotros somos el pueblo de Dios, que debemos tener fe y obediencia a su palabra y a su voluntad. Nosotros somos el pueblo de Dios, que debemos salir de Egipto, renunciar al mundo y seguirlo a él. Nosotros somos el pueblo de Dios, que vamos camino a la tierra prometida, a la herencia celestial y a la vida eterna.
Preguntas para la Reflexión
Para profundizar en el significado espiritual de los capítulos 1 al 4 del libro de Éxodo, podemos plantearnos las siguientes preguntas para la reflexión:
- ¿Cómo vemos la mano de Dios en nuestra historia personal y colectiva? ¿Cómo reconocemos su fidelidad y su cumplimiento de sus promesas? ¿Qué nos enseña esto sobre el carácter y el plan de Dios? (Podemos encontrar respuesta en Salmos 105:1-45; 136:1-26; Romanos 8:28-30).
- ¿Cómo respondemos al llamado de Dios a servirle y a ser sus testigos? ¿Qué objeciones o excusas ponemos para no obedecerle? ¿Qué nos impide confiar en su presencia y en su poder? ¿Qué nos ayuda a superar nuestros temores y nuestras dudas? (Podemos encontrar respuesta en Isaías 6:1-8; Jeremías 1:4-10; 2 Timoteo 1:7-9; Hebreos 11:1-40).
- ¿Cómo conocemos el nombre de Dios y su significado? ¿Qué implica para nosotros llevar el nombre de Dios? ¿Qué nos revela el nombre de Dios sobre su naturaleza y su voluntad? ¿Qué nos dice el nombre de Dios sobre nuestra identidad y nuestra misión? (Podemos encontrar respuesta en Éxodo 34:5-7; Isaías 43:1-7; Mateo 28:19-20; Filipenses 2:9-11).
- ¿Cómo valoramos las señales y los milagros que Dios hace en nuestra vida y en el mundo? ¿Qué propósito tienen las señales y los milagros de Dios? ¿Qué actitud debemos tener ante las señales y los milagros de Dios? ¿Qué señales y milagros esperamos ver de Dios? (Podemos encontrar respuesta en Juan 4:48; 10:37-38; 14:11-12; 20:30-31; 2 Corintios 12:12; Hebreos 2:3-4).
- ¿Cómo salimos de Egipto, es decir, del mundo y de sus valores y poderes que se oponen a Dios y a su reino? ¿Qué nos ata o nos atrae de Egipto? ¿Qué nos impulsa o nos motiva a salir de Egipto? ¿Qué consecuencias tiene salir o quedarse en Egipto? (Podemos encontrar respuesta en Juan 15:18-19; 17:14-18; Romanos 12:1-2; 1 Juan 2:15-17; Apocalipsis 18:1-8).
Aspectos Teológicos
Los capítulos 1 al 4 del libro de Éxodo tocan varios aspectos teológicos que son importantes para comprender la revelación y el plan de Dios. Algunos de estos aspectos teológicos son los siguientes:
- La teología de la historia: Es el estudio de la acción de Dios en la historia, de cómo Dios dirige y gobierna los acontecimientos según su propósito y su voluntad. La teología de la historia nos muestra que Dios es el Señor de la historia, que tiene un plan para su creación y para su pueblo, que interviene en la historia para cumplir sus promesas y para juzgar el pecado, que usa a personas e instrumentos para llevar a cabo su obra, que revela su carácter y su gloria en la historia, y que conduce la historia hacia su meta final, que es el establecimiento de su reino eterno.
- La teología del pacto: Es el estudio de la relación de Dios con su pueblo, de cómo Dios establece un pacto con su pueblo, que es una alianza de gracia, de amor y de fidelidad. La teología del pacto nos muestra que Dios es el Dios del pacto, que elige a su pueblo, que lo redime, que lo santifica, que le da una ley, que le promete una bendición, que le pide una respuesta de fe y de obediencia, que le da una señal del pacto, que renueva el pacto, que cumple el pacto y que lo lleva a su plenitud en Jesucristo, el mediador del nuevo pacto.
- La teología de la revelación: Es el estudio de la manifestación de Dios a su pueblo, de cómo Dios se da a conocer a su pueblo, que es un acto de gracia, de amor y de voluntad. La teología de la revelación nos muestra que Dios es el Dios que se revela, que habla a su pueblo, que le muestra su nombre, que le da su palabra, que le hace señales, que le envía profetas, que se le aparece en formas diversas, que se encarna en Jesucristo, el Verbo hecho carne, que se comunica por el Espíritu Santo, que inspira las Escrituras, que ilumina la mente y el corazón de su pueblo, que se revela en la creación, en la historia y en la conciencia.
- La teología de la liberación: Es el estudio de la acción de Dios en favor de los oprimidos, de cómo Dios libera a su pueblo de la esclavitud y de la injusticia, que es un acto de justicia, de misericordia y de poder. La teología de la liberación nos muestra que Dios es el Dios que libera, que ve la aflicción de su pueblo, que oye su clamor, que conoce su sufrimiento, que desciende para salvarlo, que lo saca de Egipto, que lo lleva al desierto, que lo prueba y lo purifica, que lo guía y lo protege, que lo introduce en la tierra prometida, que lo llama a la libertad y a la responsabilidad, que lo libera del pecado y de la muerte por medio de Jesucristo, el Libertador.
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