Estudio 1ª de Corintios Capítulos 11 y 12
Estudio 1ª de Corintios Capítulos 11 y 12
Información Histórica y Contextual
La primera carta de Pablo a los corintios es una de las epístolas que el apóstol escribió a las iglesias que él mismo fundó o visitó durante sus viajes misioneros. La iglesia de Corinto se estableció durante el segundo viaje de Pablo, alrededor del año 50 d.C., cuando él predicó el evangelio en esta ciudad griega durante 18 meses (Hechos 18:1-18). Corinto era una ciudad cosmopolita, comercial y culturalmente diversa, pero también moralmente corrupta y plagada de idolatría, inmoralidad sexual, divisiones y conflictos. La iglesia de Corinto estaba compuesta por creyentes de diferentes orígenes, clases sociales y niveles de madurez espiritual, lo que generaba muchos problemas y desafíos para la vida cristiana y la unidad de la comunidad.
Pablo escribió esta carta desde Éfeso, alrededor del año 55 d.C., en respuesta a los informes que recibió sobre la situación de la iglesia de Corinto y a las preguntas que le hicieron los corintios sobre diversos temas doctrinales y prácticos. El propósito de Pablo era corregir los errores, resolver las dudas, exhortar a la santidad, promover el amor y restaurar la armonía entre los creyentes. Pablo abordó varios asuntos que afectaban a la iglesia de Corinto, tales como las divisiones, las demandas judiciales, el matrimonio, la comida sacrificada a los ídolos, el orden en el culto, los dones espirituales, la resurrección y la ofrenda para los santos. En los capítulos 11 y 12, Pablo se enfocó en dos temas relacionados con el orden y la diversidad en el culto: el atavío de las mujeres y los dones espirituales.
Análisis del Texto
En el capítulo 11, Pablo trató el tema del atavío de las mujeres en el culto, es decir, si debían cubrirse o no la cabeza al orar o profetizar. Este tema estaba relacionado con el principio de la autoridad y el orden que Dios estableció en la creación y en la redención. Pablo argumentó que Cristo es la cabeza de todo varón, el varón es la cabeza de la mujer y Dios es la cabeza de Cristo (v. 3). Esto significa que hay una relación de origen, dependencia y subordinación entre ellos, pero no de inferioridad o superioridad. Pablo afirmó que el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios, pero la mujer debe cubrirse la cabeza, pues ella es gloria del varón (v. 7). Esto significa que el varón refleja directamente la autoridad y el honor de Dios, pero la mujer refleja indirectamente la autoridad y el honor del varón, pues procede de él y fue creada por causa de él (v. 8-9). Pablo añadió que la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles (v. 10). Esto significa que la mujer debe mostrar respeto y sumisión al varón, especialmente en el culto público, donde los ángeles observan y participan (cf. Ef. 3:10; 1 Ti. 5:21; 1 P. 1:12). Pablo también reconoció que en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón, pues ambos proceden de Dios y son interdependientes (v. 11-12). Pablo apeló a la naturaleza y a la costumbre para reforzar su argumento, diciendo que es deshonroso para el varón dejarse crecer el cabello, pero honroso para la mujer, pues el cabello le es dado en lugar de velo (v. 13-15). Pablo concluyó que si alguno quiere ser contencioso, él y las iglesias de Dios no tienen tal costumbre (v. 16). Esto significa que Pablo no toleraba la rebeldía ni la discordia en este asunto, sino que esperaba que los corintios se sometieran a la tradición apostólica y a la práctica general de las iglesias.
En el capítulo 12, Pablo cambió el tema a los dones espirituales, es decir, las capacidades sobrenaturales que el Espíritu Santo otorga a los creyentes para el servicio y la edificación de la iglesia. Este tema estaba relacionado con el principio de la diversidad y la unidad que Dios estableció en el cuerpo de Cristo, que es la iglesia. Pablo comenzó recordando a los corintios su pasado pagano, cuando eran llevados por los ídolos mudos, y contrastándolo con su presente cristiano, cuando confiesan a Jesús como Señor por el Espíritu Santo (v. 1-3). Pablo afirmó que hay diversidad de dones, ministerios y operaciones, pero el mismo Espíritu, Señor y Dios que los da a cada uno según su voluntad (v. 4-6). Pablo declaró que a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho, es decir, para el beneficio común de la iglesia (v. 7). Pablo enumeró algunos de los dones espirituales que el Espíritu reparte a los creyentes, tales como la palabra de sabiduría, la palabra de ciencia, la fe, los dones de sanidades, el hacer milagros, la profecía, el discernimiento de espíritus, los diversos géneros de lenguas y la interpretación de lenguas (v. 8-10). Pablo insistió en que todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere (v. 11). Pablo ilustró la diversidad y la unidad de los dones espirituales con la analogía del cuerpo humano, que tiene muchos miembros, pero es uno solo (v. 12). Pablo aplicó esta analogía a la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, y dijo que todos los creyentes, judíos o griegos, esclavos o libres, han sido bautizados en un mismo Espíritu para ser un solo cuerpo, y que todos han bebido de un mismo Espíritu (v. 13). Pablo desarrolló la analogía del cuerpo humano para mostrar que los dones espirituales no deben ser motivo de orgullo, envidia, desprecio o división, sino de humildad, aprecio, cuidado y armonía entre los miembros de la iglesia. Pablo enseñó que los miembros del cuerpo no pueden prescindir unos de otros, sino que necesitan unos de otros, y que los miembros que parecen más débiles, menos honrosos o menos decorosos son los más necesarios, honrados y cuidados (v. 14-25). Pablo concluyó que Dios ha ordenado el cuerpo de tal manera que no haya desavenencia, sino que los miembros tengan el mismo cuidado unos por otros, y que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro es honrado, todos los miembros se gozan con él (v. 26-27). Pablo reconoció que Dios ha puesto en la iglesia algunos dones más destacados, como los apóstoles, los profetas y los maestros, y otros dones más extraordinarios, como los milagros, las sanidades, las lenguas y la interpretación (v. 28-30). Pablo animó a los corintios a procurar los dones mejores, es decir, los más útiles para la edificación de la iglesia, pero también les mostró un camino más excelente, que es el amor (v. 31).
Referencias Bíblicas
Para complementar el análisis del texto, se pueden consultar las siguientes referencias bíblicas que se relacionan con los temas tratados en los capítulos 11 y 12 de la primera carta de Pablo a los corintios:
- Sobre el principio de la autoridad y el orden en la creación y en la redención: Génesis 1:26-28; 2:18-24; Efesios 5:22-33; Colosenses 1:15-20; 1 Timoteo 2:11-15; 1 Pedro 3:1-7.
- Sobre el principio de la diversidad y la unidad en el cuerpo de Cristo: Romanos 12:3-8; Efesios
Enseñanzas y Lecciones Religiosas
De los capítulos 11 y 12 de la primera carta de Pablo a los corintios, podemos extraer algunas enseñanzas y lecciones religiosas que nos ayudan a comprender y aplicar el mensaje de la Palabra de Dios. Algunas de ellas son:
- Debemos respetar el orden y la autoridad que Dios ha establecido en la creación y en la redención, reconociendo que todos somos iguales en dignidad y valor, pero diferentes en función y responsabilidad. Esto implica que debemos honrar a Dios como nuestra cabeza suprema, y que los varones y las mujeres debemos asumir nuestros roles con humildad y sumisión, especialmente en el culto público, donde damos testimonio de nuestra fe y de nuestra obediencia a Dios.
- Debemos apreciar la diversidad y la unidad que Dios ha establecido en el cuerpo de Cristo, reconociendo que todos somos miembros de un mismo cuerpo, pero con diferentes dones, ministerios y operaciones. Esto implica que debemos usar los dones espirituales que el Espíritu Santo nos ha dado para el provecho y la edificación de la iglesia, y no para el orgullo, la envidia, el desprecio o la división. También implica que debemos cuidar unos de otros, compadecernos unos de otros y gozarnos unos de otros, como una familia espiritual.
- Debemos procurar los dones mejores, es decir, los más útiles y necesarios para la iglesia, pero sin olvidar el camino más excelente, que es el amor. El amor es el vínculo perfecto que une a todos los miembros del cuerpo de Cristo, y el fruto más excelente del Espíritu Santo. El amor es el principio y el fin de todos los dones espirituales, y el cumplimiento de toda la ley de Dios.
Preguntas para la Reflexión
- ¿Qué significa para ti que Cristo sea tu cabeza? ¿Cómo lo demuestras en tu vida diaria y en tu participación en el culto? (1 Co. 11:3; Ef. 4:15-16)
- ¿Qué opinas sobre el tema del atavío de las mujeres en el culto? ¿Crees que es un asunto cultural o teológico? ¿Cómo aplicas el principio de la autoridad y el orden en tu contexto? (1 Co. 11:4-16; 1 Ti. 2:9-10)
- ¿Qué dones espirituales crees que tienes? ¿Cómo los usas para el servicio y la edificación de la iglesia? ¿Qué dones espirituales te gustaría tener o desarrollar más? (1 Co. 12:4-11; Ro. 12:6-8)
- ¿Cómo valoras la diversidad y la unidad en el cuerpo de Cristo? ¿Cómo te relacionas con los demás miembros de la iglesia? ¿Qué haces para cuidar, compadecer y gozar con ellos? (1 Co. 12:12-27; Ro. 12:9-21)
- ¿Qué lugar ocupa el amor en tu vida cristiana? ¿Cómo practicas el amor con Dios y con tu prójimo? ¿Qué aspectos del amor te resultan más fáciles o difíciles de vivir? (1 Co. 12:31; 13:1-13; 1 Jn. 4:7-21)
Aspectos Teológicos
Los capítulos 11 y 12 de la primera carta de Pablo a los corintios tocan algunos aspectos teológicos que son importantes para la comprensión y la aplicación de la fe cristiana. Algunos de ellos son:
- La teología de la creación y la redención: Esta teología se refiere al plan y al propósito de Dios para el mundo y para la humanidad, desde el principio hasta el fin. Dios creó al varón y a la mujer a su imagen y semejanza, y les dio autoridad y dominio sobre la creación. Sin embargo, el pecado entró en el mundo por la desobediencia del primer hombre y la primera mujer, y trajo consigo la muerte, el sufrimiento, el desorden y la rebelión. Dios no abandonó a su creación, sino que la redimió por medio de su Hijo Jesucristo, quien murió y resucitó para reconciliar a los pecadores con Dios y restaurar el orden y la autoridad que Dios había establecido. Los creyentes en Cristo son llamados a vivir como nuevas criaturas, que reflejan la imagen y la gloria de Dios, y que se someten a su voluntad y a su palabra. (Gn. 1:26-28; 2:18-24; 3:1-24; Ro. 5:12-21; 8:18-25; 1 Co. 15:20-28; 2 Co. 5:17-21; Col. 1:15-20)
- La teología del Espíritu Santo y los dones espirituales: Esta teología se refiere a la obra y al ministerio del Espíritu Santo en la iglesia y en los creyentes. El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, que procede del Padre y del Hijo, y que es coeterno, consustancial y coigual con ellos. El Espíritu Santo es el que convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio, y el que regenera, sella, habita, bautiza, unge, llena, guía, enseña, consuela, intercede y santifica a los creyentes. El Espíritu Santo también es el que otorga a los creyentes diversos dones espirituales, que son capacidades sobrenaturales para el servicio y la edificación de la iglesia. Estos dones son dados por la gracia y la voluntad de Dios, y deben ser usados con amor, humildad, orden y discernimiento. (Jn. 14:16-17, 26; 15:26; 16:7-15; Hch. 1:8; 2:1-4; 5:3-4; Ro. 8:9-11, 14-16, 26-27; 12:3-8; 1 Co. 2:10-16; 6:19-20; 12:1-31; 13:1-13; 14:1-40; 2 Co. 1:21-22; 3:17-18; 13:14; Ef. 1:13-14; 4:30; 5:18; Gal. 5:16-26; 1 Jn. 2:20, 27)
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