Día 98 - Lectura Bíblica - Viernes -17-11-2023 - Marcos del Capitulo 7 al 8

Día 98 - Lectura Bíblica - Viernes -17-11-2023 - Marcos del Capitulo 7 al 8 - También en Audio

Marcos Capítulo 7

Se reúnen en derredor suyo los fariseos y algunos de los escribas llegados de Jerusalén. Y al ver que algunos de sus discípulos comían los panes con manos sucias, es decir, no lavadas (porque los fariseos y todos los judíos, cumpliendo la tradición de los ancianos, no comen, a menos que se laven las manos a fuerza de puños, y al regresar del mercado no comen a menos que se rocíen. Y hay muchas otras cosas que han recibido para observarlas: abluciones de copas, de jarros y de utensilios de bronce), le preguntaban los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen el pan con manos inmundas? Entonces Él les dijo: Bien profetizó Isaías acerca de vosotros los hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, Pero su corazón está lejos de Mí, Y en vano me reverencian, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Haciendo caso omiso del mandamiento de DIOS, os aferráis a la tradición de los hombres. También les decía: ¡Cuán fácilmente anuláis el mandamiento de DIOS para establecer vuestra tradición! Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. Y: El que maldice a padre o madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Si un hombre dice al padre o a la madre: Cualquier cosa con que pudieras beneficiarte de mi parte es corbán (es decir, una ofrenda), ya no lo dejáis hacer nada por el padre o por la madre, invalidando la Palabra de DIOS con vuestra tradición que trasmitisteis, y hacéis muchas cosas semejantes a estas. Y llamando otra vez a la multitud, les decía: Oídme todos, y entended: Nada hay fuera del hombre que entre en él y lo pueda contaminar, sino que las cosas que salen del hombre son las que contaminan al hombre. Y cuando entró en casa, apartándose de la multitud, sus discípulos le preguntaban acerca de la parábola. Y les dice: ¿Así que también vosotros estáis sin entendimiento? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarlo, pues no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? (Esto decía purificando todos los alimentos). Y añadió: Lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos: inmoralidad sexual, hurtos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaño, sensualidad, envidia, maledicencia, soberbia, insensatez. Todas estas maldades salen de adentro y contaminan al hombre. Y levantándose de allí, fue a la región de Tiro. Y entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido. Al momento, una mujer cuya hijita tenía un espíritu inmundo, luego que oyó acerca de Él, fue y se postró a sus pies. Y la mujer era griega, de nacionalidad sirofenicia, y le rogaba que echara fuera el demonio de su hijita. Pero le decía: Deja primero que los hijos queden satisfechos, porque no está bien quitar el pan de los hijos y echarlo a los perros. Pero ella respondió diciendo: Señor, también los perros debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos. Y le dijo: Por esta respuesta, anda, el demonio ha salido de tu hija. Y al llegar a su casa, halló que el demonio había sido echado fuera y a la niña acostada en la cama. Volviendo a salir de la región de Tiro, fue por Sidón hacia el mar de Galilea a través de las regiones de Decápolis. Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le imponga la mano. Tomándolo a solas, aparte de la gente, le metió los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua, y mirando al cielo, suspiró, y le dice: ¡Effathá! (Es decir, ábrete). Y se le abrieron los oídos y se soltó la atadura de su lengua, y hablaba normalmente. Y les ordenó que no lo dijeran a nadie, pero cuanto más les ordenaba, ellos mucho más lo proclamaban. Y se maravillaban en gran manera, diciendo: ¡Todo ha hecho bien! ¡Hace oír a los sordos y hablar a los mudos!

Marcos Capítulo 8

En aquellos días, habiendo otra vez mucha gente que no tenía qué comer, llama a sus discípulos y les dice: Siento compasión por la multitud, porque ya han estado conmigo tres días y no tienen qué comer, y si los envío en ayunas a su casa, se desmayarán por el camino, y algunos de ellos han venido de lejos. Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguno satisfacer de pan a estos aquí en el desierto? Les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos respondieron: Siete. Entonces mandó a la multitud recostarse en la tierra, y tomando los siete panes, dio gracias, los partió y los iba dando a sus discípulos para que los repartieran, y los repartieron a la multitud. Tenían además unos pocos pececillos, y habiéndolos bendecido, dijo que también los repartieran. Y comieron y se saciaron, y de la abundancia de trozos recogieron siete grandes canastas. Eran como unos cuatro mil, y los despidió. Enseguida entró en la barca con sus discípulos y fue a las regiones de Dalmanuta. Y los fariseos, para tentarlo, salieron y comenzaron a discutir con Él, pidiéndole una señal del cielo. Y suspirando profundamente en su espíritu, dice: ¿Por qué esta generación busca una señal? De cierto os digo: No será dada ninguna señal a esta generación. Y dejándolos, se embarcó nuevamente, y se fue a la ribera opuesta. Y se olvidaron de tomar panes, y no tenían consigo sino un pan en la barca. Y les ordenó diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes. (Y discutían entre sí que no tenían panes). Advirtiéndolo, les dice: ¿Por qué discutís que no tenéis panes? ¿Aún no reflexionáis, ni entendéis? ¿Tenéis embotado vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿No recordáis cuántos cestos llenos de trozos recogisteis cuando partí los cinco panes para los cinco mil? Le dicen: Doce. Cuando los siete para los cuatro mil, ¿cuántas canastas grandes llenas de pedazos recogisteis? Y dicen: Siete. Y les decía: ¿Aún no entendéis? Al llegar a Betsaida le traen un ciego y le ruegan que lo toque. Y tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea, y después de escupirle en los ojos y poner las manos sobre él, le preguntaba: ¿Ves algo? Y alzando los ojos, decía: Veo a los hombres, pero los veo como árboles que andan. Y le puso otra vez las manos sobre sus ojos, entonces él miró fijamente y se restableció, y veía claramente todas las cosas desde lejos. Y lo envió a su casa, diciendo: Ni siquiera entres en la aldea. Salió JESÚS con sus discípulos hacia las aldeas de Cesarea de Filipo, y en el camino preguntaba a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy Yo? Ellos le respondieron diciendo: Juan el Bautista, otros Elías, y otros, uno de los profetas. Y Él les preguntaba: Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo? Respondiendo Pedro, le dice: ¡Tú eres el CRISTO! Y les ordenó severamente que a nadie hablaran acerca de Él. Y comenzó a enseñarles: El Hijo del Hombre debe padecer muchas cosas y ser desechado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser matado, y ser resucitado después de tres días. Y les declaraba con franqueza el asunto, pero Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirlo. Entonces Él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Apártate de mí, Satanás! pues no pones la mira en las cosas de DIOS, sino en las de los hombres. Y llamando a la gente junto con sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero cualquiera que pierda su vida por causa de Mí y del evangelio, la salvará. Porque, ¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo y perder su alma? Pues, ¿qué dará el hombre por su alma? Porque el que se avergüence de Mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles. 


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