Día 90 - Lectura Bíblica - Jeremías Capítulo 1 al capítulo 6

Día 90 - Lectura Bíblica - Jeremías Capítulo 1 al capítulo 6 - También en Audio

Jeremías Capítulo 1.

Palabras de Jeremías ben Hilcías, uno de los sacerdotes que habitaban en Anatot, en tierra de Benjamín, el cual recibió palabra de YHVH en los días de Josías ben Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado, y también en los días de Joacim ben Josías, rey de Judá, hasta el fin del undécimo año de Sedequías, hijo de Josías, rey de Judá; es decir, hasta la deportación de Jerusalén en el mes quinto. Vino a mí palabra de YHVH, diciendo: Antes que te formara en el vientre te conocí, y antes que salieras de la matriz te consagré, te di por profeta a las naciones. Entonces dije: ¡Ah, Adonai YHVH! He aquí, no sé hablar, porque soy joven. Pero me dijo YHVH: No digas: Soy joven. Adondequiera que te envíe, irás, y todo lo que te mande, dirás. No temas delante de ellos, porque Yo estoy contigo para librarte, dice YHVH. Luego YHVH extendió su mano, y tocó mi boca, y me dijo YHVH: He aquí, pongo mis palabras en tu boca. Mira, en este día te pongo sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para desolar y para derribar, para edificar y para plantar. Y vino a mí palabra de YHVH, diciendo: ¿Qué ves, Jeremías? Y dije: Una vara de almendro. Me dijo YHVH: Bien has visto, porque Yo vigilo sobre mi palabra para que se cumpla. Y vino a mí palabra de YHVH por segunda vez, diciendo: ¿Qué ves? Y dije: Un caldero hirviendo que se vuelca desde el norte. Entonces me dijo YHVH: Del norte se derramará la desgracia sobre todos los habitantes de la tierra. Porque he aquí Yo convoco a todos los reinos del norte, dice YHVH; y vendrán y pondrán cada uno su trono a la entrada de las puertas de Jerusalén, así contra todos sus muros en derredor, como contra todas las ciudades de Judá. Y pronunciaré mis sentencias contra ellos a causa de toda su maldad, porque me abandonaron, quemaron incienso a dioses extraños y se postraron ante las obras de sus propias manos. Así que tú ciñe tus lomos y ponte de pie, y háblales todo lo que Yo te mande. No tiembles ante ellos, no sea que Yo te haga temblar ante ellos. Porque he aquí, Yo mismo te pongo hoy como ciudad fortificada, como columna de hierro y como muro de bronce contra toda la tierra, contra los reyes de Judá, contra sus príncipes, contra sus sacerdotes, y contra el pueblo de la tierra. Y harán guerra contra ti, pero no prevalecerán contra ti, porque Yo estoy contigo para librarte, dice YHVH.

Jeremías Capítulo 2.

Así dice YHVH: A favor tuyo me acuerdo de la ternura de tu juventud, Del amor de tus desposorios, De tu andar en pos de mí en el desierto, En tierra no sembrada. Israel era santidad a YHVH, Primicias de su cosecha, Quien osaba comer de ella lo pagaba, La calamidad venía sobre ellos: Oráculo de YHVH. ¡Oíd la palabra de YHVH, oh casa de Jacob y todas las familias de la casa de Israel! Así dice YHVH: ¿Qué injusticia hallaron en mí vuestros padres para alejarse de mí? Siguieron tras la vanidad, y se quedaron vacíos, En vez de preguntar: ¿Dónde está YHVH, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, Y nos condujo por el desierto por tierra desierta y despoblada, Tierra sedienta y sombría por la cual nadie había pasado y nadie había habitado? Y os introduje a una tierra fértil, Para que comierais sus frutos y delicias, Pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, Y convertisteis mi heredad en abominación. Los sacerdotes no preguntaban: ¿Dónde está YHVH? Los que agarran la ley no me conocían, Los pastores se rebelaban contra mí, Y los profetas profetizaban en nombre de Baal, Siguiendo a dioses que de nada sirven.

Por eso vuelvo a contender contra vosotros, Y contra los hijos de vuestros hijos, dice YHVH. Pasad a las costas de Quitim y mirad; Enviad a Cedar y observad atentamente, Y ved si ha sucedido algo semejante a esto: ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses? (aunque no son dioses). ¡Pues mi pueblo cambió mi gloria por lo que no sirve! ¡Espantaos por ello, cielos! ¡Erizaos, y quedad perplejos! dice YHVH. Porque dos males ha hecho mi pueblo: Me abandonaron a mí, fuente de agua viva, Y cavaron para sí cisternas, Cisternas rotas que no retienen el agua. ¿Es Israel siervo? ¿Acaso es esclavo? ¿Por qué, entonces, ha llegado a ser presa? Los leoncillos rugieron contra él, dieron sus bramidos, Y convirtieron su tierra en una desolación; Sus ciudades están quemadas y sin habitantes. Hasta los hijos de Menfis y de Tafnes te han rapado la coronilla. ¿No te sucedió esto porque abandonaste a YHVH tu Elohim? Y ahora, ¿qué buscas rumbo a Egipto? ¿Beber agua del Sihor? ¿Qué buscas rumbo a Asiria? ¿Beber agua del Éufrates? ¡Que tu maldad te reprenda y tus apostasías te condenen! Considera y reconoce cuán malo y amargo es haber abandonado a YHVH tu Elohim, Y no tener temor de mí, dice Adonai YHVH. Desde antiguo has quebrado el yugo y roto tus ataduras, Diciendo: ¡No quiero servir! Y sobre todo collado alto, Y debajo de todo árbol frondoso te postras y te prostituyes. Yo te planté como vid escogida, Toda ella de cepas genuinas; ¿Cómo, pues, te me has vuelto sarmiento degenerado de vid bastarda? Aunque te laves con lejía y uses mucho jabón para ti, La mancha de tu pecado está aún delante de mí, dice Adonai YHVH. ¿Cómo te atreves a decir: No me he contaminado ni he ido tras los baales? Considera tu camino en el valle, Reconoce lo que has hecho, ¡Dromedaria desbocada corriendo de un lado a otro! ¡Asna montesa habituada al desierto Que en su deseo carnal olfatea el viento! ¿Quién podrá reprimir su celo? Los que la buscan no necesitan cansarse: La encontrarán siempre encelada. Guarda tu pie de andar descalzo, Y tu garganta de la sed; Pero dijiste: ¡No hay remedio, no! ¡A extranjeros amé y tras ellos he de ir! Como el ladrón se avergüenza cuando es sorprendido, Así será avergonzada la casa de Israel: Sus reyes y sus príncipes, Sus sacerdotes y sus profetas, Que dicen al leño: ¡Tú eres mi padre! Y a la piedra: ¡Tú me pariste! Porque me dieron la espalda, y no la cara. Pero en el tiempo de su desgracia me dicen: ¡Levántate y sálvanos! Pero… ¿dónde están los dioses que te hiciste? ¡Levántense!, y que ellos te salven en el tiempo de tu calamidad. Pues como el número de tus ciudades, ¡oh Judá! Así ha sido el número de tus dioses. ¿Por qué contendéis conmigo, Si todos os habéis rebelado contra mí?, dice YHVH.

En vano he azotado a vuestros hijos: Ellos no han recibido corrección. Vuestra espada ha devorado a vuestros profetas, Como un león destructor. ¡Oh generación, atended la palabra de YHVH! ¿He sido Yo un desierto para Israel? ¿O acaso una tierra de densa tiniebla? ¿Por qué dice mi pueblo: Vagamos, nunca más volveremos a ti? ¿Olvida acaso la doncella su ornamento, O la novia su ajuar? Pues mi pueblo me ha olvidado un sin número de días. ¡Qué bien sabes tu camino para buscar amores! Por eso, aun a las malvadas has enseñado tus caminos. Hasta en los bordes de tu vestido hay sangre de almas de pobres inocentes, A quienes no sorprendiste en la irrupción. Y a pesar de todo, dices: Inocente soy, su ira se ha apartado de mí. He aquí, Yo entro en juicio contigo, Porque dijiste: No he pecado. ¡Cuán frívola eres para cambiar de rumbo! También serás avergonzada por Egipto, Como fuiste avergonzada por Asiria. También de allí saldrás con las manos en la cabeza, Porque YHVH ha desechado la base de tu confianza, Y con ellos no prosperarás.

Jeremías Capítulo 3.

Suele decirse: Si un hombre repudia a su mujer, Y ella se aparta de él y llega a ser de otro hombre, ¿Volverá él de nuevo a ella? ¿No quedará esa tierra del todo mancillada? Y tú, que has fornicado con muchos amantes, ¿Volverás a mí?, dice YHVH. Alza tus ojos a los cerros desolados y mira: ¿Dónde no has sido gozada? Como cuervo en el desierto, Te sientas en los caminos a disposición de ellos Y tus infames fornicaciones han mancillado la tierra. Los aguaceros eran retenidos, Las lluvias tardías no venían, Y tú, ramera descarada, Te negabas a avergonzarte. Ahora mismo me dices: Tú eres mi Padre, mi amigo de juventud; Pensando: No guardará rencor para siempre, No estará indignado hasta el fin; Pero sigues haciendo cuantas maldades están a tu alcance. En los días del rey Josías me dijo YHVH: ¿Has visto lo que hace la apóstata Israel? Ella anda sobre todo monte alto y bajo todo árbol frondoso, y allí fornica. Después de haber hecho todo esto, me dije, se volverá a mí, ¡pero no se volvió! Y Judá, su pérfida hermana, vio que Yo había despedido a la apóstata Israel por sus adulterios y que le había dado carta de divorcio; y aun así, no tuvo temor Judá, su pérfida hermana, sino que también ella fue y se prostituyó. Y sucedió que a causa de que su fornicación le era liviana, se prostituyó con la piedra y con el leño, y profanó la tierra. Y ni con todo esto su pérfida hermana Judá se volvió a mí con corazón sincero, sino fingidamente, dice YHVH. Y me dijo YHVH: La apóstata Israel se ha mostrado más justa que la pérfida Judá. Ve y proclama estas palabras hacia el norte, y di: ¡Vuélvete, oh apóstata Israel!, dice YHVH. No haré caer mi ira sobre vosotros, Porque soy misericordioso, dice YHVH. No estaré enojado para siempre.

Ve y proclama estas palabras hacia el norte, y di: ¡Vuélvete, oh apóstata Israel!, dice YHVH. No haré caer mi ira sobre vosotros, Porque soy misericordioso, dice YHVH. No estaré enojado para siempre. Solo reconoce tu iniquidad, Porque contra YHVH tu Elohim te has rebelado, Prodigaste tus caminos a extraños debajo de todo árbol frondoso, Y no habéis escuchado mi voz, dice YHVH. Volveos, oh hijos apóstatas, dice YHVH, porque Yo soy vuestro dueño, y os tomaré, uno de cada ciudad y dos de cada familia, y os traeré a Sión; y os daré pastores conforme a mi corazón, que os pastoreen con ciencia y entendimiento. Y sucederá que cuando os hayáis multiplicado e incrementado en la tierra en aquellos días, dice YHVH, no hablarán ya del arca del pacto de YHVH, ni les vendrá al pensamiento, ni se acordarán más de ella, ni la visitarán, ni se hará otra. En aquellos días y en aquel tiempo llamarán a Jerusalén trono de Adonai, y serán reunidas a ella todas las naciones, y no andarán más tras la dureza de su malvado corazón. En aquellos días la casa de Judá andará con la casa de Israel, y juntas vendrán desde la tierra del norte a la tierra que di en posesión a vuestros padres. Pero Yo me decía: ¿Cómo podré poneros por hijos y daros la tierra deseable, La más hermosa heredad de las naciones? Entonces me dije: Me llamarás Padre mío, Y no te apartarás de mí. Pero como una mujer que traiciona a su amante, Así me habéis sido infieles, oh casa de Israel, dice YHVH. ¡Escuchad! Sobre los altos montes se oye el llanto suplicante de los hijos de Israel, Que han torcido su camino, Olvidados de YHVH, su Elohim. ¡Volveos, oh hijos apóstatas, Y sanaré vuestras apostasías! ¡Henos aquí! Hemos venido a ti, Porque Tú, oh YHVH, eres nuestro Elohim. Cierto, para engaño nos han sido los collados, Y el tumulto de los montes. Ciertamente en YHVH nuestro Elohim está la salvación de Israel. Desde nuestra juventud, Aquella cosa vergonzosa devoró el fruto del esfuerzo de nuestros padres: Sus ovejas y sus vacas, sus hijos y sus hijas. Acostémonos, pues, en nuestra vergüenza, Y aceptemos que nuestra afrenta nos cubra; Porque nosotros y nuestros padres Hemos pecado contra YHVH nuestro Elohim, Y desde nuestra juventud, y hasta este día, No hemos obedecido la voz de YHVH nuestro Elohim.

Jeremías Capítulo 4.

Oráculo de YHVH: Cuando quieras volver, oh Israel, vuélvete a mí. Si apartas de mí tus ídolos detestables, Ya no vagarás de un lado a otro. Entonces jurarás por la vida de YHVH, En verdad, en derecho y en justicia, Y las naciones se congratularán con Él, y se gloriarán en Él. Porque así dice YHVH a los varones de Judá y a Jerusalén: Arad para vosotros en tierra virgen y no sembréis entre espinos. Circuncidaos ante YHVH, oh varones de Judá y habitantes de Jerusalén, Y quitad los prepucios de vuestros corazones, No sea que mi ira salga como fuego, Y se encienda, y no haya quien la apague, A causa de la maldad de vuestras acciones. ¡Proclamadlo en Judá! ¡Hacedlo oír en Jerusalén! Decid: ¡Resonad el shofar en la tierra! Gritad con todas las fuerzas y decid: ¡Congregaos para marchar a la ciudad fuerte! Alzad estandarte hacia Sión, Buscad refugio aprisa, no os detengáis, Porque del norte traigo la desgracia, una gran calamidad: De la espesura sube el león: El destructor de naciones está en marcha, Partió de su sitio para convertir tu tierra en desolación; Tus ciudades quedarán en ruinas, sin habitantes. Por eso, ceñíos de saco, lamentaos y gemid; Porque el ardor de la ira de YHVH No se ha apartado de nosotros. Y sucederá en aquel día, dice YHVH, que desfallecerá el corazón del rey, Y el corazón de los príncipes, Y los sacerdotes estarán atónitos, Y los profetas, consternados. (Dije yo entonces: ¡Ah, Adonai YHVH!, ciertamente permitiste que este pueblo y Jerusalén fuera engañado, cuando les decían: ¡Tendréis paz!, pues tenemos la espada al cuello). En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Un viento abrasador viene de las alturas del desierto a la hija de mi pueblo, No para aventar ni para limpiar; Y un viento más fuerte todavía vendrá de mi parte, Y Yo mismo daré ahora sentencia contra ella. Mirad: sube como las nubes, Sus carros, como la tormenta; Sus caballos son más ligeros que las águilas. ¡Ay de nosotros, porque somos devastados! ¡Oh Jerusalén!, lava la maldad de tu corazón para que seas salva. ¿Hasta cuándo se aposentarán tus malos pensamientos dentro de ti? Porque una voz trae la noticia desde Dan, Y anuncia la calamidad desde la serranía de Efraín. Anunciad a las naciones: Ved, anunciad a Jerusalén: ¡Vienen sitiadores de tierras lejanas, Y hacen resonar su voz contra las ciudades de Judá! Como guardas de campo la rodean, Porque se ha rebelado contra mí, dice YHVH. Tus caminos y tus hechos te han traído estas cosas, Esta es tu llaga. ¡Cuán amarga! ¡Cómo penetra en tu corazón! ¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón, Mi corazón se agita dentro de mí, No puede estarse quieto, Por cuanto has oído, alma mía, El sonido del shofar Y el clamor de la guerra. Se anuncia golpe sobre golpe, Porque toda la tierra está devastada; Súbitamente son saqueadas mis tiendas, En un momento, mis cortinas. ¿Hasta cuándo he de ver la bandera, Y oír sonido del shofar? Ciertamente mi pueblo es necio, no me han conocido; Son hijos insensatos, no entendidos; Expertos para hacer el mal, Nada saben de hacer el bien. Miré, y ¡he aquí la tierra en caos y vacío! Y vi los cielos, y no había luz en ellos. Miré los montes, y he aquí temblaban, Y todos los collados se estremecían. Miré, y no había hombre; Y todas las aves de los cielos habían huido. Miré, y he aquí la tierra fértil era un desierto, Y todas sus ciudades destruidas, Ante la presencia de YHVH, Ante el ardor de su ira. Porque así dice YHVH: Toda esta tierra será asolada, Aunque no haré una destrucción completa, La tierra se enlutará y los cielos arriba se oscurecerán; Pues he hablado, lo he pensado, Y no cambiaré de parecer ni desistiré de ello. Al estruendo de jinetes y de arqueros, cada ciudad se pone en fuga, Entran en la espesura y suben a los peñascos. Todas las ciudades están abandonadas, No queda en ellas morador alguno. Y una vez desolada, ¿qué harás tú? Aunque te vistas de escarlata, Aunque te engalanes con adornos de oro, Aunque pintes tus ojos con antimonio, En vano querrás embellecerte: Tus amantes te desprecian; buscan tu alma. Oigo gritos como de parturienta, Sollozos como de primeriza: Es el grito angustiado de la hija de Sión, que respira con dificultad, Que extiende sus brazos, diciendo: ¡Ay de mí! ¡Mi alma desmaya a causa de los asesinos!

Jeremías Capítulo 5.

Recorred las calles de Jerusalén, Y mirad, e informaos, y buscad por sus plazas, Si podéis hallar un hombre, Si hay uno solo que haga justicia, Que busque la verdad, Y Yo la perdonaré. Pues aun cuando dicen: ¡Vive YHVH!, juran falsamente. ¡Oh YHVH!, ¿acaso tus ojos no buscan la verdad? Los castigaste pero no se retorcieron, Los consumiste pero se negaron a recibir corrección. Endurecieron sus rostros más que la roca, Rehúsan volverse a ti. Entonces dije: Ciertamente estos son pobres, Han enloquecido, porque no conocen el camino de YHVH, El juicio de su Elohim. Iré a los grandes y hablaré con ellos, Porque ellos conocen el camino de YHVH, El juicio de su Elohim. Pero todos ellos habían quebrado el yugo, Habían roto las coyundas. Por tanto el león del bosque los mata, El lobo del desierto los destruye; El leopardo acecha en torno a sus ciudades, Cualquiera que salga de ellas será despedazado, Porque sus transgresiones son muchas, Agravadas con sus reincidencias. ¿Cómo podré perdonarte esto? Tus hijos me han abandonado, Y juran por lo que no es Elohim. Los sacié, y adulteran acudiendo en tropel a casa de la ramera. Son caballos lascivos bien alimentados, Cada cual relincha tras la mujer de su prójimo. ¿No he de visitar por estas cosas? dice YHVH, ¿No ha de vengarse mi alma de semejante nación? ¡Escalad sus muros y destruid! Pero no la destruyáis del todo. ¡Arrancad sus pámpanos, porque no son de YHVH! Porque muy traidoramente se portó conmigo la casa de Israel y la casa de Judá, dice YHVH. Renegaron de YHVH diciendo: ¡No hay tal! No vendrá sobre nosotros la calamidad; Tampoco veremos hambre ni espada. Los profetas han llegado a ser viento, Y no hay oráculo con ellos, ¡Que así se les haga a ellos! Por eso, así dice YHVH Sebaot: Por cuanto han dicho tal cosa, Haré que mi palabra sea fuego en tu boca que consuma a ese pueblo como leña. He aquí Yo traigo contra vosotros una nación lejana, Nación con el sonido de una lengua que no entenderás. Todos ellos implacables. Devorarán tu mies y tu pan; Devorarán a tus hijos y a tus hijas; Devorarán tus rebaños y vacadas; Devorarán tus viñas y tus higueras, Y destruirán a espada tus ciudades fortificadas, En las cuales has puesto tu confianza.

Pero ni aun en aquellos días, dice YHVH, Haré en vosotros una destrucción total. Y sucederá que cuando preguntéis: ¿Por qué causa trae YHVH nuestro Elohim estas cosas sobre nosotros? Les responderás: Habéis servido a dioses extraños en vuestra tierra, Así serviréis a los extraños en una tierra que no es vuestra. Declarad esto en la casa de Jacob, Y proclamadlo en Judá, diciendo: ¡Oíd ahora esto, pueblo insensato y sin corazón, Que tiene ojos y no ve, Que tiene oídos y no oye! ¿No me temeréis a mí?, dice YHVH; ¿No temblaréis ante mi presencia, Yo, que pongo la arena como límite al mar, Estatuto perpetuo que no puede traspasar? Aunque se agiten sus olas, No pueden prevalecer, Aunque rujan sus olas, no lo traspasan. Pero este pueblo tiene un corazón obstinado y rebelde; Han apostatado y se han ido. Y no dicen en su corazón: Temamos ya a YHVH nuestro DIOS, Aquel que nos daba las lluvias, Las tempranas y las tardías, en su tiempo, Reservando para nosotros las semanas establecidas para la siega. Vuestras iniquidades han alejado estas cosas Y vuestros pecados han apartado de vosotros el bien. Porque en medio de mi pueblo se hallan impíos; Acechan como acechan los cazadores, Ponen trampas, atrapan hombres. Como una jaula llena de pájaros, Sus casas están llenas de engaño. Por eso se han engrandecido y enriquecido, Y han traspasado los límites del mal: No defienden la causa, La causa del huérfano, para que prospere, Ni mantienen el derecho del pobre. ¿Y no visitaré Yo por esto?, dice YHVH, ¿No se vengará mi alma de nación semejante? ¡Cosa espantosa y horrible se hace en la tierra! Los profetas profetizan mentira y los sacerdotes gobiernan bajo su mano, Y mi pueblo ama esto. Pero, ¿qué haréis al final?

Jeremías Capítulo 6.

¡Huid de Jerusalén, hijos de Benjamín! ¡Tocad el shofar en Tecoa! ¡Alzad señal sobre Bet-Haquerem! Porque una calamidad, una gran destrucción se asoma del norte. He reducido al silencio a la hermosa y deleitable hija de Sión. Acuden a ella pastores con sus rebaños; Junto a ella plantan sus tiendas en derredor, Cada uno apacienta en su lugar. ¡Santificad guerra contra ella! ¡Levantaos, y ataquemos al mediodía! ¡Ay de nosotros, porque el día declina, Porque se extienden las sombras de la tarde! Levantaos, pues, ataquemos de noche y destruyamos su ciudadela. Porque así dice YHVH: ¡Cortad árboles y alzad terraplenes contra Jerusalén! ¡Esta es la ciudad que debe ser visitada; Toda ella está llena de opresión! Como manantial que brota sus aguas, Así ella brota su maldad: Violencia y rapiña se oyen en ella. Delante de mí están sus enfermedades y sus heridas continuamente.

¡Corrígete, oh Jerusalén, No sea que mi alma se aparte de ti, No sea que te haga una asolación en tierra no habitada! Así dice YHVH: Cual rebuscos de una vid rebuscarán por completo al resto de Israel: ¡Vuelve otra vez tu mano a los sarmientos como quien recoge las uvas! ¿A quiénes tendré que hablar y testificar para que escuchen? He aquí sus oídos son incircuncisos, Y no pueden prestar atención. He aquí que la palabra de YHVH ha venido a ser un oprobio para ellos; No tienen deleite en ella. Por tanto, estoy lleno de mi propia ira, Cansado estoy de refrenarme. Derrámala sobre los niños en la calle, Y también en la reunión de los mancebos, Porque hasta el marido y la mujer serán aprisionados, El anciano y aquel que está lleno de días. Y sus casas serán entregadas a otros, Juntamente con sus campos y sus mujeres, Porque extenderé mi mano contra los habitantes de esta tierra, dice YHVH. Pues desde el más pequeño hasta el más grande, Todos ellos codician ganancias deshonestas, Y desde el profeta hasta el sacerdote, Todos ellos practican el engaño, Y livianamente curan la llaga de mi pueblo, Diciendo: ¡Paz! ¡Paz! Cuando no hay paz. ¿Se avergüenzan acaso cuando cometen abominaciones? ¡No!, ciertamente de nada se avergüenzan, Ni aun saben ruborizarse. Por tanto caerán entre los que caen, Al tiempo en que Yo los visite, Serán derribados, dice YHVH. Así dice YHVH: Deteneos en medio de los caminos, y mirad; Y preguntad por los senderos antiguos, Y dónde está el camino bueno, y andad por él, Y hallad descanso para vuestras almas. Pero ellos dijeron: ¡No andaremos en él! Puse también sobre vosotros atalayas, que os decían: ¡Oíd el sonido del shofar! Pero ellos dijeron: ¡No oiremos! Por tanto, ¡oíd, naciones, entended, oh congregación de pueblos, lo que Yo haré entre ellos! ¡Oye, oh tierra! He aquí traigo el mal sobre este pueblo, El fruto de sus pensamientos, Porque no escucharon mis palabras, Y desecharon mi ley. ¿Para qué viene a mí este incienso de Sabá, O la caña aromada de países lejanos? Vuestros holocaustos no me son aceptos, Y vuestros sacrificios no me agradan. Por tanto, así dice YHVH: He aquí Yo pongo tropiezos delante este pueblo, Y en ellos, padres e hijos, tropezarán juntos, Y también el vecino y el amigo, y perecerán. Así dice YHVH: He aquí viene un pueblo de la tierra del norte; Sí, una nación grande es despertada de los confines de la tierra; Empuñan el arco y la jabalina; Son crueles; no tienen misericordia. Su voz brama como el mar, Vienen montados sobre caballos, Como un solo hombre de guerra, Dispuestos contra ti, ¡oh hija de Sión!

¡Oímos su fama y se debilitan nuestras manos! ¡La angustia se apodera de nosotros, Y dolores, como de la que da a luz! No salgáis al campo, ni andéis por el camino, Pues allí está la espada del enemigo, Y hay terrores por doquier. ¡Cíñete con saco y revuélcate en la ceniza, Oh hija de mi pueblo! Haz duelo como por el hijo único, Lamento de gran amargura porque el destructor viene súbitamente sobre nosotros. Te he puesto entre mi pueblo como vigía y quilatador: Conoce, pues, y examina el camino de ellos. Todos son rebeldes y esparcen calumnias; Todos son bronce y hierro de mala calidad. Resopla el fuelle, el fuego consume el plomo, Pero en vano refina el refinador, pues la escoria no se desprende. Plata reprobada serán llamados, Porque YHVH los ha desechado.


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