Estudio De Marcos Capítulos 3 y 4
Información Histórica y Contextual
El evangelio de Marcos es el más breve y el más antiguo de los cuatro evangelios canónicos. Fue escrito probablemente entre los años 65 y 70 d.C., después de la muerte de Jesús y antes de la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 d.C. El autor es tradicionalmente identificado con Marcos, el intérprete y colaborador del apóstol Pedro, aunque su nombre no aparece en el texto. El evangelio está dirigido a una audiencia gentil, es decir, no judía, que vivía en un contexto de persecución y sufrimiento por causa de su fe cristiana. El propósito del evangelio es presentar a Jesús como el Mesías (el Cristo), el Hijo de Dios y el Siervo sufriente que ofrece su vida por la salvación de todos.
Los capítulos 3 y 4 del evangelio de Marcos narran una serie de episodios que muestran el poder y la autoridad de Jesús sobre las fuerzas del mal, las enfermedades, la naturaleza y la ley judía. También revelan la oposición y el rechazo que Jesús enfrenta por parte de los líderes religiosos, su propia familia y algunos pueblos. Finalmente, estos capítulos contienen las primeras parábolas que Jesús utiliza para enseñar sobre el reino de Dios, su naturaleza misteriosa y su crecimiento sorprendente.
Análisis del Texto
El capítulo 3 comienza con el relato de la curación de un hombre con una mano seca en una sinagoga en sábado (3:1-6). Esta es una de las cinco controversias que Jesús tiene con los fariseos y los herodianos en este evangelio, quienes lo acusan de violar el reposo sabático y lo consideran un blasfemo y un endemoniado. Jesús desafía su legalismo y su hipocresía, mostrando que el sábado fue hecho para el hombre y no al revés, y que es lícito hacer el bien en ese día. La palabra clave en este pasaje es sábado, que en hebreo significa “cesar” o “descansar”. El sábado era el día sagrado para los judíos, en el que debían abstenerse de toda obra y dedicarse al culto a Dios. Sin embargo, los fariseos habían impuesto una serie de normas estrictas sobre lo que se podía o no hacer en ese día, olvidando el sentido original del mandamiento. Jesús recupera el valor del sábado como un día de liberación, sanidad y misericordia.
El siguiente episodio narra la elección de los doce apóstoles por parte de Jesús (3:7-19). Después de retirarse a un monte a orar, Jesús llama a doce hombres entre sus discípulos para que estén con él y para enviarlos a predicar con autoridad sobre los demonios. El número doce simboliza las doce tribus de Israel, indicando que Jesús está formando un nuevo pueblo de Dios. Los nombres de los apóstoles son: Simón (a quien pone por sobrenombre Pedro), Santiago y Juan (a quienes llama Boanerges, es decir, hijos del trueno), Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote (quien lo entregó). La palabra clave en este pasaje es apóstol, que significa “enviado” o “delegado”. Los apóstoles son los representantes autorizados de Jesús, que reciben su misión y su mensaje directamente de él.
El tercer episodio muestra la acusación de los escribas contra Jesús, quien responde con una serie de argumentos lógicos y contundentes (3:20-30). Los escribas eran los expertos en la ley judía, que interpretaban y enseñaban las Escrituras al pueblo. Ellos llegan desde Jerusalén hasta Galilea para investigar a Jesús, quien estaba causando una gran conmoción entre la gente por sus milagros y sus enseñanzas. Los escribas afirman que Jesús está poseído por Belcebú, el príncipe de los demonios, y que por eso puede expulsarlos. Jesús les responde que esa acusación es absurda, pues ningún reino o casa dividida contra sí misma puede subsistir. Además, les advierte que están cometiendo el pecado imperdonable de la blasfemia contra el Espíritu Santo, al atribuir al maligno la obra de Dios. La palabra clave en este pasaje es Belcebú, que significa “señor de las moscas” o “señor del estiércol”. Era el nombre de una divinidad pagana de los filisteos, que los judíos usaban para referirse al diablo o al jefe de los demonios. Jesús demuestra que él tiene más poder que Belcebú, pues lo ata y le arrebata su botín.
El cuarto episodio relata la llegada de la madre y los hermanos de Jesús, quienes lo buscan entre la multitud (3:31-35). Ellos habían salido de Nazaret para traerlo de vuelta a casa, pues pensaban que estaba fuera de sí (3:21). Sin embargo, Jesús no los recibe, sino que aprovecha la ocasión para enseñar quiénes son sus verdaderos parientes. Jesús dice que su madre y sus hermanos son los que hacen la voluntad de Dios, y mira a los que estaban sentados alrededor de él como su nueva familia. La palabra clave en este pasaje es familia, que en griego se dice “oikos”, que significa “casa” o “hogar”. Jesús redefine el concepto de familia, basándose no en los lazos de sangre sino en los lazos de fe. Jesús invita a sus seguidores a entrar en una nueva relación con Dios como Padre y con él como Hermano.
El capítulo 4 comienza con la primera parábola que Jesús pronuncia en este evangelio: la parábola del sembrador (4:1-20). Una parábola es una historia corta y sencilla que ilustra una verdad espiritual o moral. Jesús usa las parábolas para enseñar sobre el reino de Dios, que es el tema central de su predicación. El reino de Dios es el reinado o la soberanía de Dios sobre toda la creación, especialmente sobre el corazón humano. Jesús anuncia que el reino de Dios se ha acercado en su persona y en su obra, y llama a las personas a arrepentirse y a creer en el evangelio (1:15). La parábola del sembrador compara el reino de Dios con una semilla que cae en diferentes tipos de terreno: el camino, las piedras, las espinas y la tierra buena. Cada terreno representa una actitud diferente ante la palabra de Dios: indiferencia, superficialidad, afán o fructificación. La palabra clave en este pasaje es semilla, que en griego se dice “sperma”, que significa “descendencia” o “linaje”. La semilla simboliza la palabra de Dios, que contiene la vida y el poder del reino. Jesús es la semilla por excelencia, el descendiente prometido a Abraham (Génesis 12:7), que muere y resucita para dar fruto abundante (Juan 12:24).
El segundo episodio contiene otras dos parábolas relacionadas con la semilla: la parábola de la semilla que crece por sí sola (4:26-29) y la parábola de la semilla de mostaza (4:30-32). Estas parábolas enseñan sobre el crecimiento misterioso e imparable del reino de Dios. La primera parábola compara el reino con una semilla que el hombre siembra y luego se olvida de ella, pues crece sola sin su intervención. La segunda parábola compara el reino con una semilla de mostaza, que es la más pequeña de todas las semillas pero se convierte en un gran arbusto donde anidan las aves. Estas parábolas muestran que el reino de Dios tiene un origen humilde y oculto, pero tiene una fuerza interna e irresistible que lo hace crecer hasta alcanzar su plenitud. La palabra clave en estos pasajes es crecer, que en que en griego se dice “auxano”, que significa “aumentar” o “multiplicar”. El crecimiento del reino de Dios depende de la acción de Dios, que hace germinar, crecer y madurar la semilla de su palabra. El hombre solo debe colaborar con su fe y su obediencia.
El tercer episodio explica por qué Jesús habla en parábolas y da la clave para entenderlas (4:10-12, 33-34). Jesús habla en parábolas para revelar el misterio del reino de Dios a los que están dispuestos a escuchar y a recibirlo, pero para ocultarlo a los que tienen el corazón endurecido y rechazan su mensaje. Jesús cita una profecía de Isaías (6:9-10) que anuncia el juicio de Dios sobre Israel por su incredulidad y su infidelidad. Las parábolas son una forma de separar entre los que aceptan la palabra de Dios y los que la resisten. La palabra clave en estos pasajes es parábola, que en griego se dice “parabolé”, que significa “comparación” o “ilustración”. Una parábola es una forma de enseñanza indirecta, que usa imágenes y situaciones cotidianas para transmitir verdades espirituales. Jesús usa las parábolas para desafiar a sus oyentes a buscar el sentido oculto de sus palabras y a responder con fe y conversión.
El último episodio narra la tempestad calmada por Jesús (4:35-41). Después de un día de enseñanza junto al mar, Jesús decide pasar al otro lado con sus discípulos en una barca. Mientras él duerme, se desata una gran tormenta que amenaza con hundir la embarcación. Los discípulos, asustados, despiertan a Jesús y le reprochan que no se preocupe por ellos. Jesús se levanta y reprende al viento y al mar, y se hace una gran calma. Luego, reprende a los discípulos por su falta de fe y les pregunta por qué tienen miedo. Los discípulos quedan maravillados y se preguntan quién es Jesús, que hasta el viento y el mar le obedecen. La palabra clave en este pasaje es tempestad, que en griego se dice “lailaps”, que significa “torbellino” o “vendaval”. La tempestad representa el poder del mal y del caos, que amenaza la vida y la paz de los hombres. Jesús demuestra su autoridad sobre la naturaleza, al dominar la tempestad con su palabra. Jesús también muestra su compasión por sus discípulos, al salvarlos del peligro y al enseñarles a confiar en él.
Referencias Bíblicas
Para profundizar en el estudio de los capítulos 3 y 4 del evangelio de Marcos, se pueden consultar las siguientes referencias bíblicas:
- Sobre el sábado: Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15; Isaías 58:13-14; Mateo 12:1-14; Lucas 6:1-11; Juan 5:1-18.
- Sobre los apóstoles: Mateo 10:1-4; Lucas 6:12-16; Hechos 1:13-26; 1 Corintios 15:5-9; Gálatas 1:17-19; Apocalipsis 21:14.
- Sobre Belcebú: 2 Reyes 1:2-3; Mateo 9:32-34; 12:22-32; Lucas 11:14-23; Juan 8:48-59; Hechos 13:6-12.
- Sobre la familia de Jesús: Mateo 12:46-50; Lucas 8:19-21; Juan 2:1-12; 7:1-10; Hechos 1:14; Gálatas 1:19.
- Sobre las parábolas: Mateo 13:1-52; Lucas 8:4-18; 13:18-21; Juan 10:1-18; Hebreos 9:9; Santiago 3:3.
- Sobre la tempestad calmada: Mateo 8:23-27; Lucas 8:22-25; Job 38:8-11; Salmos 65:7; 89:9; 107:23-32; Nahúm 1:4.
Enseñanzas y Lecciones Religiosas
De los capítulos 3 y 4 del evangelio de Marcos se pueden extraer las siguientes enseñanzas y lecciones religiosas:
- Jesús es el Señor del sábado, que vino a cumplir la ley y a darle su verdadero sentido. Jesús nos enseña que el sábado es un día para honrar a Dios y para hacer el bien a los demás, no para imponer cargas o prohibiciones. Jesús nos invita a entrar en su reposo, que es el descanso de la gracia y de la salvación (Mateo 11:28-30; Hebreos 4:1-11).
- Jesús es el Maestro y el Amigo de los apóstoles, que los escoge, los llama, los forma y los envía. Jesús nos muestra que quiere contar con nosotros para extender su reino, y que nos da su autoridad y su poder para hacerlo. Jesús nos pide que estemos con él, que le obedezcamos y que le sigamos hasta el final (Marcos 8:34-38; Juan 15:12-17).
- Jesús es el Vencedor de Belcebú, que vino a deshacer las obras del diablo y a liberarnos de su dominio. Jesús nos revela que hay una batalla espiritual entre el bien y el mal, y que él ha triunfado sobre el mal con su muerte y resurrección. Jesús nos advierte que no debemos blasfemar contra el Espíritu Santo, que es el que da testimonio de él y de su obra (1 Juan 3:8; Efesios 6:10-18; Marcos 16:15-20).
- Jesús es el Hermano mayor de su familia, que nos hace hijos de Dios y miembros de su casa. Jesús nos enseña que lo más importante es hacer la voluntad de Dios, que es nuestro Padre celestial. Jesús nos llama a formar parte de su familia, que es la iglesia, donde podemos encontrar amor, apoyo y comunión (Romanos 8:14-17; Efesios 2:19-22; Hebreos 2:10-18).
- Jesús es el Sembrador del reino, que siembra su palabra en nuestros corazones y espera que demos fruto. Jesús nos muestra que el reino de Dios es un tesoro escondido, que debemos buscar con todo nuestro ser. Jesús nos invita a ser tierra buena, que recibe la palabra con fe y la pone en práctica (Mateo 13:44-46; Colosenses 1:13-14; Santiago 1:21-25).
- Jesús es el Señor de la naturaleza, que domina el viento y el mar con su palabra. Jesús nos demuestra que tiene todo el poder y la autoridad sobre la creación, y que puede hacer milagros para ayudarnos. Jesús nos anima a tener fe en él, y a no tener miedo ante las dificultades o las amenazas (Colosenses 1:15-20; Marcos 9:23; Juan 14:27).
Preguntas para la Reflexión
Para aplicar las enseñanzas de los capítulos 3 y 4 del evangelio de Marcos a nuestra vida, se pueden plantear las siguientes preguntas para la reflexión:
- ¿Cómo vivo el día del Señor? ¿Lo dedico a Dios y a los demás, o lo uso para mis intereses o placeres? ¿Qué puedo hacer para santificarlo mejor? (Ver Éxodo 20:8-11; Hechos 20:7; Apocalipsis 1:10).
- ¿Qué significa para mí ser apóstol de Jesús? ¿Cómo respondo a su llamado y a su envío? ¿Qué dones o talentos me ha dado para servirle? (Ver Mateo 28:18-20; Romanos 12:3-8; Efesios 4:11-16).
- ¿De qué manera me libero del poder del maligno? ¿Qué prácticas o actitudes me ayudan a resistir sus tentaciones o engaños? ¿Cómo me protejo con la armadura de Dios? (Ver Santiago 4:7; 1 Pedro 5:8-9; Efesios 6:10-18).
- ¿Quiénes son mi familia espiritual? ¿Cómo me relaciono con ellos? ¿Qué hago para cuidarlos y apoyarlos? (Ver Hechos 2:42-47; Romanos 12:9-13; 1 Juan 3:16-18).
- ¿Cómo recibo la palabra de Dios en mi corazón? ¿Qué tipo de terreno soy? ¿Qué obstáculos o dificultades encuentro para dar fruto? (Ver Lucas 8:15; Colosenses 3:16; Hebreos 4:12).
- ¿Cómo confío en Jesús ante las tormentas de la vida? ¿Qué miedos o dudas me asaltan? ¿Qué experiencias o testimonios tengo de su poder y su amor? (Ver Marcos 5:36; Filipenses 4:6-7; 1 Pedro 5:6-7).
Aspectos Teológicos
De los capítulos 3 y 4 del evangelio de Marcos se pueden destacar los siguientes aspectos teológicos:
- La cristología de Marcos: Marcos presenta a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios y el Siervo sufriente, que realiza su misión con poder y humildad. Marcos enfatiza la humanidad y la divinidad de Jesús, su autoridad y su obediencia, su gloria y su pasión. Marcos también muestra el contraste entre la confesión de fe de los demonios, que reconocen a Jesús como el Hijo de Dios, y la incredulidad de los hombres, que no entienden quién es Jesús ni qué hace. Marcos invita al lector a descubrir la verdadera identidad de Jesús a través de sus palabras y sus obras, y a seguirlo por el camino de la cruz.
- La eclesiología de Marcos: Marcos presenta a la iglesia como el nuevo pueblo de Dios, formado por los discípulos de Jesús, que son sus hermanos y sus amigos. Marcos destaca el papel de los doce apóstoles, que son los fundadores y los testigos de la iglesia, pero también muestra sus debilidades y sus errores. Marcos también incluye a otros seguidores de Jesús, como las mujeres, los niños, los pecadores, los enfermos y los marginados, que son acogidos por él con amor y misericordia. Marcos enseña que la iglesia debe ser una comunidad de fe, esperanza y amor, que vive en comunión con Dios y con los demás, que anuncia el evangelio con valentía y que sufre por causa de Cristo.
- La escatología de Marcos: Marcos presenta el reino de Dios como una realidad presente y futura, que se ha inaugurado con la venida de Jesús pero que aún no se ha consumado plenamente. Marcos usa las parábolas para ilustrar el misterio del reino, que es como una semilla que crece y da fruto, pero que también es como un tesoro escondido que hay que buscar y encontrar. Marcos también anuncia la venida gloriosa de Jesús al final de los tiempos, que será el juicio y la salvación de los hombres. Marcos exhorta a los cristianos a estar vigilantes y preparados para ese día, manteniendo la fe y la fidelidad a Jesús.
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