Job 3:1–4:18 (BTX IV): 3 Después de esto, Job abrió su boca y maldijo su día, 2 diciendo: 

3  Perezca el día en que nací y la noche que dijeron: ¡He aquí varón! 

4  Sea aquel día tiniebla, 

No pregunte Eloah por él desde lo alto, 

Ni la luz resplandezca sobre él. 

5  Reclámelo la tiniebla y la sombra de muerte; 

Espántelo la nube cual amargo día, 

6  Y que una densa tiniebla se apodere de esa noche; 

No se alegre entre los días del año, 

Ni se cuente en el número de los meses. 

7  Sea esa noche estéril y no haya en ella regocijo, 

8  Maldígala el que maldice aquel día, 

El que se apresta a subyugar al gran Cetus. 

9  Oscurézcanse las estrellas de su alborada 

Para que busque la luz, y no halle ninguna, 

Ni contemple los párpados de la aurora, 

10  Por cuanto no cerró las puertas de la matriz que fue mía, 

Ni escondió de mis ojos la miseria. 

11  ¿Por qué no morí yo en la matriz, 

O expiré al salir del vientre? 

12  ¿Por qué hallé unas rodillas que me acogieran y unos pechos que me amamantaran? 

13  Pues ahora yacería tranquilo, 

Y dormido descansaría, 

14  Con reyes y consejeros de la tierra, 

Que edificaron palacios que hoy son ruinas, 

15  O con príncipes ricos en oro, 

Que llenaron de plata sus palacios. 

16  ¡Oh!, ¿por qué no fui escondido cual abortivo, 

O como fetos que nunca vieron luz? 

17  Allí dejan de perturbar los malvados, 

Allí descansan los de agotadas fuerzas, 

18  A una con los cautivos gozan del reposo, 

Sin oír la voz del capataz. 

19  Allí están el pequeño y el grande, 

Y el esclavo está libre de su amo. 

20  ¿Por qué se da luz al desdichado, 

Y vida a los de alma amargada, 

21  A los que ansían la muerte, y no les llega, 

Aunque la buscan más que a tesoros escondidos. 

22  A los que se alegran en extremo, 

Y se regocijan al hallar la tumba. 

23  Al hombre que le están ocultos sus caminos, 

Y a quien Eloah tiene acorralado? 

24  Porque en lugar de mi pan, viene mi suspiro, 

Y mis gemidos se derraman como aguas, 

25  Porque lo que temía me ha sobrevenido, 

Y lo que recelaba me ha llegado. 

26  ¡No tengo paz ni tranquilidad ni reposo, sino solo turbación! 

Elifaz

4 Entonces intervino Elifaz temanita y dijo: 

2  Si intentamos razonar contigo, te será molesto. 

Pero, ¿quién puede contener las palabras? 

3  He aquí, tú enseñabas a muchos, 

Y fortalecías las manos débiles. 

4  Tus palabras sostenían al que tambaleaba, 

Y afirmabas las rodillas decaídas. 

5  Pero ahora que te llega a ti, te desalientas, 

Te ha tocado a ti, y te turbas. 

6  ¿No es tu temor tu confianza, 

Y la integridad de tus caminos tu esperanza? 

7  Te ruego que consideres, ¿quién pereció jamás siendo inocente? 

O, ¿dónde fueron los justos destruidos? 

8  Según tengo visto, quienes aran iniquidad, 

Y siembran aflicción, la cosechan. 

9  Por el aliento de Eloah perecen, 

Y por el soplo de su ira son consumidos. 

10  Aunque ruja el león y el cachorro le haga coro, 

La arrogancia del dragón es extinguida. 

11  El león viejo perece por falta de presa, 

Y los cachorros de la leona se dispersan. 

12  Pero, si alguna palabra verdadera hubiera surgido en tus dichos, 

Ninguno de estos males te habría acontecido. 

¿Acaso no aceptará mi oído sus revelaciones? 

13  En pensamientos de visiones nocturnas, 

Cuando el sueño profundo se adueña de los hombres, 

14  Un terror se apoderó de mí, y temblando, 

Todos mis huesos se estremecieron: 

15  Un espíritu pasa ante mi rostro, 

Que eriza el pelo de mi carne. 

16  Se detiene, pero no puedo distinguir su semblante: 

Una apariencia está delante de mis ojos, 

Hay silencio… y oigo una voz: 

17  ¿Será el mortal más justo que Eloah? 

¿El hombre, más puro que su Hacedor? 

18  He aquí, en sus siervos no confía, Y en sus ángeles notó perversidad 

19  ¡Cuánto menos en quienes habitan en casas de barro cimentadas en el polvo, 

Desmenuzados por la polilla! 

20  Entre la mañana y la tarde son destruidos, 

Y sin que nadie se dé cuenta, perecen para siempre. 

21  ¿No les son arrancadas las cuerdas de sus tiendas? 

En ellas mueren, pero no con sabiduría. 


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